CONDENAR NO ESTÁ EN LOS
PLANES DE DIOS
Evangelio martes 19 de
noviembre 2024Padre, Jairo Yate Ramírez.
Arquidiócesis de Ibagué
“Jesús entró en
Jericó y atravesaba la ciudad. Allí vivía un hombre muy rico llamado Zaqueo,
que era el jefe de los publicanos. Él quería ver quién era Jesús, pero no podía
a causa de la multitud, porque era de baja estatura. Entonces se adelantó y
subió a un sicómoro para poder verlo, porque iba a pasar por allí.Al llegar a ese lugar, Jesús miró hacia arriba y le dijo: “Zaqueo, baja pronto, porque hoy tengo que alojarme en tu casa”. Zaqueo bajó rápidamente y lo recibió con alegría.
Y Jesús le dijo: “Hoy ha llegado la salvación a esta casa, ya que también este hombre es un hijo de Abraham, porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que estaba perdido”. Lucas 19, 1-10
Para Jesucristo es mucho más importante: Salvar, dar la mano, escuchar, ofrecer alternativas, perdonar, tener misericordia. Esa es la razón de ser de su presencia y envío del Padre celestial. “Dios no envió su Hijo a condenar el mundo, sino para que el mundo se salve por medio de él” (Juan 3, 17). “Solo Jesús tiene el poder para salvar” (Hechos 4, 12). Si Jesucristo siempre está empeñado en ofrecer caminos de salvación, por qué muchos creyentes toman la opción de condenar a los demás. Buena pregunta.
Salvar es la opción divina. Condenar no está en los planes de Dios. Nuestro Catecismo de la Iglesia Católica nos enseña: el Hijo no ha venido para juzgar sino para salvar (cf. Juan 3,17) y para dar la vida que hay en él (cf. Juan 5, 26). Es por el rechazo de la gracia en esta vida por lo que cada uno se juzga ya a sí mismo (cf. Juan 3, 18); es retribuido según sus obras (cf. 1 Corintios 3, 12- 15) y puede incluso condenarse eternamente al rechazar el Espíritu de amor (cf. Mateo 12, 32;) (cfr. Numeral 679).
El Papa Francisco nos enseña que la salvación es un regalo totalmente gratuito. para recibirla Dios nos pide tener «un corazón humilde, dócil, obediente. El Señor, en sustancia, quiere «ablandar nuestro corazón» para que pueda recibir «la promesa que Él había hecho en el paraíso: por un hombre entró el pecado, por otro Hombre viene la salvación».
Y precisamente este «camino tan largo» nos ayudó «a todos a tener un corazón más humano, más cercano a Dios; no tan soberbio, no tan suficiente». «la salvación no se compra ni se vende. Se regala, es gratuita» (cfr. Homilía, 25 de marzo, 2014).
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https://youtu.be/iNnwQFlOW5A