1 de noviembre de 2024

LA MUERTE SE CONVIRTIÓ EN VIDA ETERNA Evangelio sábado 2 de noviembre 2024


LA MUERTE SE CONVIRTIÓ EN VIDA ETERNA 
Evangelio sábado 2 de noviembre 2024
Padre, Jairo Yate Ramírez. Arquidiócesis de Ibagué
“Cuando llegó Jesús, se encontró con que Lázaro llevaba ya cuatro días en el sepulcro. Betania estaba cerca de Jerusalén como a unos quince estadios, y muchos judíos habían venido a casa de Marta y María para consolarlas por su hermano.
 
Cuando Marta supo que había venido Jesús, le salió al encuentro, mientras María permanecía en casa. Dijo Marta a Jesús: «Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano. Pero aun ahora yo sé que cuanto pidas a Dios, Dios te lo concederá.»
 
            Le dice Jesús: «Tu hermano resucitará.» Le respondió Marta: «Ya sé que resucitará en la resurrección, el último día.» Jesús le respondió: «Yo soy la resurrección El que cree en mí, aunque muera, vivirá.” Juan 11, 17-27
 
            Nuestra Iglesia Católica nos enseña que la muerte es el final de la vida terrena. La muerte fue transformada por Cristo. Jesús, el Hijo de Dios, sufrió también la muerte, propia de la condición humana. Pero, a pesar de su angustia frente a ella (cfr. Marcos 14, 33-34; Hebreos 5, 7-8), la asumió en un acto de sometimiento total y libre a la voluntad del Padre. La obediencia de Jesús transformó la muerte en bendición (cfr. Romanos 5, 19-21).
 
            Gracias a Cristo, la muerte cristiana tiene un sentido positivo. "Para mí, la vida es Cristo y morir una ganancia" (Filipenses 1, 21). "Es cierta esta afirmación: si hemos muerto con él, también viviremos con él" (2 Timoteo 2, 11). La novedad esencial de la muerte cristiana está ahí: por el Bautismo, el cristiano está ya sacramentalmente "muerto con Cristo", para vivir una vida nueva; y si morimos en la gracia de Cristo, la muerte física consuma este "morir con Cristo" y perfecciona así nuestra incorporación a Él en su acto redentor. (Catecismo Iglesia Católica, 1005 – 1014).
 
            La muerte se convirtió en vida eterna, la vida logró el curso que ella tuvo desde un principio, Dios es el Dios de la vida, el Dios de la esperanza, el Dios de la gloria, el Dios de la paz eterna. Sólo quien tiene fe vive su propia vida de cara al resucitado. “Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente". (Juan 11, 25-26).
 
 El Papa Francisco enseña que la muerte es el abrazo con el Señor, para ser vivido con esperanza. El Señor nos dice que estemos preparados para el encuentro, la muerte es un encuentro: es Él quien viene a encontrarnos, es Él quien viene a tomarnos de la mano y llevarnos con él. (cfr. Homilía, 29 de noviembre, 2019).
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