21 de noviembre de 2024

EL TEMPLO NO ES LUGAR PARA NEGOCIOS Evangelio viernes 22 de noviembre 2024


EL TEMPLO NO ES LUGAR PARA NEGOCIOS    
Evangelio viernes 22 de noviembre 2024
Padre, Jairo Yate Ramírez. Arquidiócesis de Ibagué
“Jesús al entrar al Templo, se puso a sacar a los vendedores, diciéndoles: «Está escrito: Mi casa será una casa de oración, pero ustedes la han convertido en una cueva de ladrones».            Y diariamente enseñaba en el Templo.
 Los sumos sacerdotes, los escribas y los más importantes del pueblo, buscaban la forma de matarlo. Pero no sabían cómo hacerlo, porque todo el pueblo lo escuchaba y estaba pendiente de sus palabras.” Lucas 19, 45-48.
 
            Mi casa es casa de oración. (Isaías 56, 7). El templo es, será y seguirá siendo el sitio por excelencia para el encuentro con los asuntos de Dios.  Es casa de oración. Es encuentro con los demás. Es unidad de la Iglesia. Es para gloria y alabanza de Dios. Es el sitio de la Eucaristía. 

Es la casa de los sacramentos. Es el estandarte de la Iglesia Católica en cualquier lugar del mundo. Todo lo que se haga en contra de gloria de Dios, del bien a los demás, en el templo, ofende mucho a Dios. La razón es porque el templo no es una cueva de bandidos. (cfr. Jeremías 7, 11)
 
            El templo no es el lugar para mentir, no es el sitio para difamar de los demás, no es para engañar a las personas, no es un sitio de comercio. El templo conserva el centro de la vida en comunidad. Hombres y mujeres siempre han pensado en un sitio para alabar a Dios. En tiempos del Rey Salomón se construyó un templo para la gloria de Dios (cfr. 1 Crónicas 22, 1-19)
 
El apóstol san Pablo nos recuerda que todos somos templos de Dios y que el Espíritu de Dios habita en nosotros. (1 Corintios 3, 16-17). El templo es para el bien y para el servicio caritativo de la comunidad. En la época apostólica se usó el templo para alabar a Dios, para reunir la comunidad, para partir el pan, para formar nuevos apóstoles de Dios para el mundo. (cfr. Hechos 2, 42-47)
 
            El Papa Benedicto XVI nos recuerda que según la Sagrada Escritura Jesús está en camino hacia el templo, hacia el lugar donde Dios, como dice el Deuteronomio, había querido «fijar la morada» de su nombre (cfr. Deuteronomio 12, 11 y 14, 23).
 
            El Dios que creó el cielo y la tierra se dio un nombre, se hizo invocable; más aún, se hizo casi palpable por los hombres. Ningún lugar puede contenerlo y, sin embargo, o precisamente por eso, él mismo se da un lugar y un nombre, para que él personalmente, el verdadero Dios, pueda ser venerado allí como Dios en medio de nosotros. (cfr. Homilía, 16 de marzo, 2008).
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https://youtu.be/Sz6n4mdrdWY