El tiempo de adviento, dispone nuestro espíritu y corazón ante el nacimiento del Salvador del mundo. 1 al 22 de diciembre. Orientador: Padre Jairo Yate Ramírez. Arquidiócesis de Ibagué. Año 2024
También nos traslada a esa dimensión que aún no hemos vivido, como es la
segunda venida de Cristo, ante esta realidad se provoca la expectativa del
mundo creyente. La fusión de estas dos ideas es propiciar en el mundo cristiano
la vivencia de la esperanza cristiana; la actitud evangélica recomendada es la
fe y la vigilancia, es el hambre o la pobreza espiritual.
Adviento
propone vivir en su plenitud la dimensión de la conversión, la llegada de
Jesús, su nacimiento para la humanidad, es motivo de cambio, de gozo, de ánimo
espiritual, para comenzar una vida nueva. Los
personajes centrales que propician el adviento son: Isaías, Juan el Bautista,
María, Madre de Jesús, el Espíritu Santo, y san José. Todos ellos en comunión con otros, vislumbran
lo que va a acontecer y dejan ver claro las intenciones y los sentimientos de
Dios Padre: Va a venir el Salvador, Aquel que le va a dar a la vida de hombres
y mujeres una dimensión nueva según su Reino.
El
profeta Isaías, devenga una importancia suma ante la llegada de Cristo. La
Iglesia propone la reflexión sobre esta profecía, justamente antes de la
celebración del nacimiento del Señor. En
la Sagrada Biblia, Isaías aparece como el testigo de la santidad de Dios
(785-700 A. C), la experiencia de este hombre está ligada a una experiencia
extraordinaria de la santidad de Dios, la fuerza de su mensaje está en el deseo
de que todos los que lo escuchen puedan creer en el Dios Santo. En
Isaías se encuentra los anuncios de la venida de Jesús, por ejemplo, lo
denomina el “Emmanuel”; presenta a Dios como Aquel que libera de la esclavitud,
Él es el Señor de la historia, el
que nos ama con un corazón de madre.
Hay textos bíblicos que expresan con
mucha exactitud la visión que tenía este profeta sobre la persona del Hijo de
Dios, hecho hombre: por ejemplo “He aquí que una
doncella está en cinta y va a dar a luz un Hijo y le pondrá por nombre
–Emmanuel- (7, 14b) “Porque un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado,
estará el señorío sobre su nombre y se llamará –maravilla del consejero-”.
“Saldrá un vástago del tronco de Jesé y un retoño de sus raíces brotará,
reposará sobre El, el Espíritu del Señor… juzgará con justicia a los débiles y
sentenciará con rectitud a los pobres de la tierra” (11, 1-4).
Dentro del grupo de profetas que vivieron
esa historia de Israel, Isaías es quien se destacó como aquel que preanuncio la
venida de Cristo, de una forma tan perfecta, que al leer sus escritos a uno
le parece que este hombre contempló directamente a Jesucristo, teniendo en
cuenta que sus anuncios vienen del año 700 a.C.
“Isaías es el profeta que nos refiere las cosas más sublimes del
Salvador que está por nacer. Él es también quien nos da la visión más
completa y profunda de Cristo; su nacimiento, su sufrimiento y su triunfo en el
Misterio Pascual. Predica la luz que
traerá el Emmanuel.
En los capítulos 7-11 de la profecía,
encontramos el –libro de Emmanuel- allí están
contenidas las grandes profecías sobre ese niño que va a nacer. El profeta es el primer rayo de luz que
anuncia al mundo envuelto en tinieblas la llegada del sol de justicia
–Jesucristo-” (cfr. Navidad es luz, Santiago Uribe)
QUE NOS PERMITEN ENTENDER EL
ADVIENTO °°°
San
Juan el Bautista.
Un hombre que causó mucho impacto ante la vida de los judíos, fue
controvertido, se comportaba de una manera extraña, era muy elocuente en su
hablar, muy estricto en su forma de vivir, muy seguro de la misión que estaba
cumpliendo: “Ser el precursor de Cristo”.
Juan se queda en nuestra reflexión de
Adviento, como el mensajero de la luz, él nos cuenta quién es Jesús, cuál es su
misión, cómo prepararse para recibir la llegada de Jesús: “Conviértanse, porque
ha llegado el Reino de los cielos” (Mateo 3,2).
De
Juan aprendemos a ser ese modelo de católicos que tengamos clara nuestra misión
en el mundo: ser mensajeros de la luz; hombres y mujeres que practicamos la
justicia y la caridad; no olvidamos nuestra condición de bautizados para
ser apóstoles del Señor. Jesús, nos
bautizó con Agua y con Espíritu Santo, razón suficiente para pensar en lo que
debemos ser: testigos intachables de Jesús en el mundo.
Jesucristo
nos deja a Juan como el modelo del verdadero profeta, la persona fiel, aquel que rompe todos los esquemas tradicionales; y no solo eso,
el mismo Jesús da testimonio de Juan el bautista: “Entonces qué salieron a ver?
¿Un profeta? Sí, les digo, y más que un profeta. Este es de quien está escrito:
He aquí que envío mi mensajero delante de ti, que preparará tu camino. Les digo: No hay entre los nacidos de mujer,
ninguno mayor que Juan” (Lucas 7,26-28).
El Ángel de la anunciación. Descubrimos el inmenso respeto de Dios por nosotros, por la misma obra de la creación, por los deseos de nuestros corazones. Prefiere para completar su obra, enviar a un mensajero, a manera de consulta; el enviado de Dios es alguien que porta un mensaje que se sale de lo normal, a su vez ofrece las garantías dependiendo de la respuesta afirmativa de quien escucha el llamado y por último deja a libertad de quien lo recibe llevar a cabo esa gran obra con su propia creatividad.
La
Sagrada Escritura, según el Evangelio de san Lucas, 1, 26-38, nos narra ese
encuentro sorprendente y maravilloso del Arcángel con la Santísima Virgen María. Existe una intercomunicación dialogal entre Dios, su mensajero y
la Virgen. Nos admira la sencillez, la humildad, y la disponibilidad de la
Virgen ante este gran evento. Su
respuesta, se convierte en regla de santidad para nosotros: “He aquí la esclava
del Señor, hágase en mí según tu Palabra”. Con esa sola frase el espíritu de la
Virgen le enseño a la historia humana, qué significa estar en la espera del
Señor, qué incidencia tiene el Adviento en mi vida de fe, cómo me abro a esa
dimensión del nacimiento del Salvador. (cfr. Navidad es luz, Santiago Uribe
Jaramillo,)
El Espíritu Santo. Sabemos que desde un principio el Espíritu de
Dios ha estado presente en toda la obra, en la misma creación del mundo se dice
en el Libro del Génesis: El Espíritu de Dios aleteaba sobre las aguas; todos
los profetas contaron con la asistencia del Espíritu Santo; la obra de Jesús Hijo del Padre, se llevó a
cabo gracias al Espíritu de su Padre, en el momento en que Juan derrama
agua sobre la cabeza del Maestro en el río jordán, al instante dice la
Escritura: el cielo se abrió en dos partes, bajo el Espíritu en forma de paloma
y se posó sobre El, y se escuchó una voz que decía: Este es mi Hijo amado,
escuchadlo.
La
obra de los apóstoles tuvo un fin glorioso y eclesial, gracias a que Jesús ante
de su partida, sopló su aliento sobre ellos y les dio el poder de continuar
anunciando su Reino. El Espíritu
Santo, transforma el ser de María Santísima y la convierte en sagrario del
Espíritu y Madre del Hijo de Dios. En
todo el tiempo en que la Iglesia se ha preocupado por sembrar la Palabra de
Dios en el planeta, ha estado asistida por el Espíritu Santo, no existe
ninguna decisión trascendental en la Iglesia, que deba tomarse que no esté
pedida en primer lugar al Espíritu Santo.
Es muy común, oír decir, pidámosle al Espíritu Santo, que se haga la
voluntad de Dios, todo depende del Espíritu Santo. (cfr. Navidad es Luz.,
Santiago Uribe Jaramillo).
La Santísima Virgen María. Ella hace siempre la voluntad de Dios. No brillamos por nuestra propia luz, sino que brillamos por Aquel que nos dio esa encomienda de “Id y anunciad el Evangelio a toda criatura” “Curad enfermos, resucitad muertos, purificad leprosos, expulsad demonios. Gratis lo recibisteis; dadlo gratis. “
Quién es la Santísima Virgen María: 1)
Es una persona de fe y acepta la palabra de Dios. 2) Se destaca por ser obediente y muy
generosa. 3) La caridad es la bandera de
la Virgen (cf. Lucas 1,39-45). 4) María
goza de ser sabia, se deja guiar por el Espíritu de Dios.
5) María es una mujer de oración. 6) María enseña la paciencia y la fortaleza
ante el dolor. (cf. Juan 19,25). 7) María disfruta de su pobreza y confianza en
el Señor. (cf. Lucas 2,7). 8) Siempre una mujer de la Esperanza (cf.
Eclesiástico 24,24). 9) María es humilde
frente a la misión que le encomendó Dios. (cf. Lucas 1,38). 10) María vive en castidad y pureza (cf.
Lucas 1,27-34). 11)María es prudente,
sabe agradarle a Dios (cf. Lucas 2, 46-51).
San José. La Sagrada Escritura no nos
muestra grandes episodios de la vida de José, lo que se dice de su vida, es
algo muy puntual, como quien dice, hizo lo que debía hacer, en el momento
indicado, y eso basta para poder imaginarse qué persona era. El Evangelio de Mateo nos ubica a José en su
ascendencia: “Y Jacob, engendró a José, el esposo de María, de la que nació Jesús
llamado el Cristo” (1,16).
Expone
la capacidad de atención de José a la Palabra de Dios a través del Ángel: “El Ángel del Señor, se le apareció en sueños y le dijo: José,
hijo de David, no temas tomar contigo a María, tu mujer porque lo engendrado en
ella es del Espíritu Santo” (1,20). Aprendemos de san José su capacidad de
obediencia al llamado de Dios, de por sí, una persona humilde, está facultada
para escuchar y obedecer, esa virtud la puso en práctica José: “El Ángel
del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: levántate toma contigo al
niño y a su madre y huye a Egipto” (2,19).
San José llama la atención por el
cumplimiento fiel y generoso de su misión. Hombre
probado en su fe ante hechos que para él resultaban muy extraños, el estado en
que se encuentra su esposa y las penalidades del destierro a Egipto
La
Sagrada Escritura presenta la Palabra con su fuerza creadora, La Palabra es
unificadora: La Palabra es personalizada y a la vez comunitaria; La Palabra es
como una semilla que va creciendo hasta lograr convertirse en espiga: " La Palabra no es para ponerla bajo la cama,
sino para proclamarla públicamente.
La Palabra es Universal. La Palabra es tu
propio compromiso con Dios y con todos los que te rodean. No podemos defraudar a Dios después de haber
escuchado su Palabra, no podemos continuar en el mismo camino del desorden
moral, la mentira, la crítica destructiva, el pietismo, el estar comparándonos
a todo momento con los demás, el creer que estamos bien, porque no somos tan
malos como los demás.
El Adviento es una llamada incesante a la
esperanza: nos recuerda que Dios está presente en la historia para conducirla a
su fin último para conducirla a su plenitud, que es el Señor, el Señor
Jesucristo. Dios está presente en la historia de la humanidad, es el «Dios con
nosotros», Dios no está lejos, siempre está con nosotros, hasta el punto que
muchas veces llama a las puertas de nuestro corazón.
Dios camina a nuestro lado para sostenernos.
El Señor no nos abandona; nos acompaña en nuestros eventos existenciales para
ayudarnos a descubrir el sentido del camino, el significado del cotidiano, para
infundirnos valentía en las pruebas y en el dolor. (cfr. Ángelus, 29 de
noviembre 2020).
Adviento es un tiempo de gracia para
quitarnos las máscaras. aprovechar la ocasión de la gracia del Adviento para”
purificarnos del sentido de superioridad, del formalismo y de la
hipocresía” y convertirnos a una vida nueva, siguiendo el camino de la
humildad. "Con Jesús siempre hay una oportunidad de volver a
empezar". "¡Él nos espera y no se cansa jamás de nosotros!"
(cfr. Ángelus, 4 de diciembre, 2022).
NUESTROS DOMINGOS
TIEMPO DE ADVIENTO CICLO “C”
AÑO 2024
1 DE DICEMBRE 2024
EL TIEMPO Y LA HISTORIA TIENEN
SU RAZÓN DE SER.
Jeremías 33,
14-16 Salmo 24 I Tesalonicenses 3, 12 - 4, 2 Lucas 21,
25-28. 34-36
“Estando ya en Jerusalén, dijo Jesús
a sus discípulos: «Habrá fenómenos extraordinarios en el sol, en la luna y las
estrellas. En la tierra naciones enteras se llenarán de angustia y
desesperación al oír el estruendo del mar y el oleaje. Y la gente quedará sin
aliento por el terror y la expectativa del peligro que amenazará a la tierra,
cuando tiemble el ejército de los astros en el cielo. Entonces verán al Hijo
del hombre venir en una nube, con poder y gloria inmensa.
Cuando comiencen a suceder estas
cosas, levántense con la frente erguida, porque se acerca su liberación. Tengan
cuidado: no se dejen aturdir por el desenfreno y la embriaguez, ni por las
preocupaciones diarias; así no podrían escapar cuando llegue de repente ese
día, pues va a tomar por sorpresa a todos los habitantes de la tierra.
Permanezcan en vela, pidiendo a Dios en todo momento la Gracia de salir sanos y
salvos de todo esto que va a suceder y de presentarse con confianza ente el
Hijo del Hombre.” Palabra del Señor.
GUARDEMOS EL SIGUIENTE MENSAJE EN NUESTRO CORAZÓN
Debemos ser personas vigilantes, atentos a
todo lo que nos está sucediendo, no podemos perder la fe y la esperanza en
todo lo que realizamos, nuestra meta debe ser, vivir en plenitud todos los días
de nuestra vida, aprovechar al máximo este tiempo cristiano y a Jesucristo como
el Señor de la historia.
Estar
vigilantes, esa virtud favorece el crecimiento en el espíritu. Significa y
expresa los sentimientos de un alma noble, alguien que está pensando en darle a
su vida lo que se merece: cuido, perseverancia, cambio, renovación, superación,
descanso, etc. Quien no está vigilante, se puede equivocar fácilmente, puede
perder el camino, se deja engañar, termina esclavo de su propia terquedad.
8 DE DICIEMBRE 2024
UNA MUJER CONCEBIDA SIN PECADO,
CAMBIÓ LA HISTORIA DE LA HUMANIDAD.
Génesis 3, 9 -15. 20 Salmo 97 Efesios 1, 3-6. 11-12 Lucas 1, 26-38
Al sexto mes fue
enviado por Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a
una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre
de la virgen era María. Y entrando, le dijo: «Alégrate, llena de gracia, el
Señor está contigo». Ella se conturbó por estas palabras, y discurría qué
significaría aquel saludo. El ángel le dijo: «No temas, María, porque has
hallado gracia delante de Dios; vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo,
a quien pondrás por nombre Jesús.
El será grande y
será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su
padre; reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin».
María respondió al ángel: «¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?» El
ángel le respondió: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo
te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado
Hijo de Dios. Mira, también Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en su
vejez, y este es ya el sexto mes de aquella que llamaban estéril, porque
ninguna cosa es imposible para Dios». Dijo María: «He aquí la esclava del
Señor; hágase en mí según tu palabra». Y el ángel dejándola se fue.” Palabra
del Señor.
GUARDEMOS EL SIGUIENTE MENSAJE
EN NUESTRO CORAZÓN.
Jesús cambia el camino de soledad y
sufrimiento: “Yo he venido para que tengan vida y la tengan en
abundancia”. El Hijo de Dios nace de una
gran mujer: es Inmaculada, es Virgen, pertenece al mundo de la sencillez y la
nobleza de espíritu, es modelo de perfección en la vida cristiana, es la nueva
Eva que irrumpe en este mundo para mostrar la nobleza y la misericordia de
Dios, nos propone renovar nuestras vidas: sin mancha, honrados, sinceros,
diáfanos, abiertos a la trascendencia, disponibles a hacer la voluntad de Dios
“Hágase en mí, según tu Palabra”.
María nuestra
madre escucha plenamente, acoge y medita dentro de su corazón, para dar fruto.
Esta palabra, que requiere fe, disponibilidad, humildad, prontitud, es aceptada
tal como se deben acoger las cosas de Dios. En María santísima debemos reconocer las palabras de Jesús:
"Bienaventurados los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen” Por
lo tanto, la maternidad de María no es solo ni principalmente un proceso
biológico. Es ante todo el fruto de la adhesión amorosa y atenta a la palabra
de Dios.
15 DE DICIEMBRE 2024
LO MEJOR ES ENEMIGO DE LO
BUENO.
LO BUENO ES EL CAMINO QUE
ENSEÑA DIOS
No exijan más de lo mandado.
Sofonías 3, 14-18ª Salmo Isaías 12. Filipenses 4, 4-7 Lucas 3, 10-18.
“En aquel
tiempo, la gente preguntaba a Juan el Bautista: "¿Qué debemos hacer?"
Él contestó: "El que tenga dos túnicas, que de una al que no tiene
ninguna, y quien tenga comida, que haga lo mismo". También acudían a él
los publicanos para que los bautizara: y le preguntaban: "Maestro, ¿qué
tenemos que hacer nosotros?". Él les decía: "No cobren más que lo
establecido". Unos soldados le preguntaron: " Y nosotros ¿Qué tenemos
que hacer?"
Él les dijo:
"No extorsionen a nadie ni denuncien a nadie falsamente, sino conténtense
con su salario".
Como el pueblo
estaba en expectación y todos pensaban que quizá Juan era el Mesías, Juan los
sacó de dudas, diciéndoles: "Es cierto que yo bautizó con agua, pero ya
viene otro más poderoso que yo, a quien no merezco desatarle las correas de sus
sandalias. Él los bautizará con el Espíritu Santo y con fuego. Él tiene el
bieldo en la mano para separar el trigo de la paja; guardará el trigo en su
granero y quemará la paja en un fuego que no se extingue". y predicaba al
pueblo dándoles muchos otros consejos.”
Palabra del Señor.
GUARDEMOS EL SIGUIENTE MENSAJE EN NUESTRO CORAZÓN.
El
estado de ánimo y el convencimiento de lo que creemos y somos tienen necesariamente
que dar como resultado el buen espíritu
del cristiano. La santidad, la perfección, el sacrificio, la perseverancia
en las cosas de Dios, no pueden dar el fruto de un creyente triste, de un alma
desesperada, de un corazón fuera de la sintonía de la presencia y el amor de
Dios.
Existe
un sabio aforismo histórico: “Lo mejor es enemigo de lo bueno”. Lo
bueno es lo que enseña Dios como pasos preliminares para llegar algún día a
alcanzar lo mejor. Lo mejor es Dios,
lo mejor es su Gracia, lo mejor es el perdón de Dios, lo mejor es la Palabra de
Dios, lo mejor es de lo que tú estás convencido que debes hacer por amor a
Dios.
Caridad,
obras de misericordia, prudencia, rectitud, justicia, respeto, sentido de Dios en
todo ambiente en que nos encontremos.
22 DE DICIEMBRE 2024
DICHOSO TODO AQUEL QUE CREA EN
LA LIBERACIÓN
QUE DIOS PROMETE.
Miqueas 5, 1-4ª Salmo 79 Hebreos 10, 5-10 Lucas
1, 39-45
“Se
levantó María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de
Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Y sucedió que, en cuanto oyó
Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó
llena de Espíritu Santo; y exclamando con gran voz, dijo: «¡Bendita tú entre
las mujeres y bendito el fruto de tu vientre!
¿De
dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí? Porque, apenas llegó a mis
oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno. ¡Feliz la que ha
creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!».
Palabra del Señor.
GUARDEMOS EL SIGUIENTE MENSAJE EN NUESTRO CORAZÓN.
El Mesías llega para darnos la libertad, y
una libertad que se vive y se manifiesta entre la santidad de vida de la
persona y la justicia como virtud. Se bendice y se alaba a Dios por que en
la persona de Cristo se cumplen todas las promesas, entre ellas la más
importante, la Salvación. Es
precisamente de esa salvación liberadora de la cual habla el profeta, no es una
salvación estática, es dinámica, entra en juego con la libertad, la voluntad,
la conciencia de cada persona.
Quien
acepta el nacimiento de Jesús, como una realidad transformante, entiende que
esa salvación, ese estado de Gracia, esa vida nueva, esa luz y esperanza que
brota en un momento determinado de su historia, es la que nos libra de nuestros
enemigos, de la mano de todos los que nos odian… para que libres de temor,
arrancados de las manos de nuestros enemigos, le sirvamos a Dios con santidad y
justicia todos nuestros días. (Lucas 1, 71-74).
La liberación que nos plantea Dios, con la
venida de su Hijo, es una liberación del pecado, es una búsqueda de la santidad,
es conversión radical, es vivir la justicia, la caridad, el amor: “Del amor de
Dios que llena el corazón, viene el verdadero amor al prójimo, gratuito y
universal. (cfr. Congregación para la doctrina de la fe).