EL BUEN USO DE LA LIBERTAD, BAJO LA VERDAD
Evangelio miércoles 9 de abril 2025
Padre, Jairo Yate Ramírez. Arquidiócesis de Ibagué
“Jesús dijo a aquellos judíos que habían creído en Él: “Si ustedes permanecen fieles a mi palabra, serán verdaderamente mis discípulos: conocerán la verdad y la verdad los hará libres”. Ellos le respondieron: “Somos descendientes de Abraham y jamás hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo puedes decir entonces: ‘Ustedes serán libres’?”
“Les aseguro que todo el que peca es esclavo del pecado. El esclavo no permanece para siempre en la casa; el hijo, en cambio, permanece para siempre. Por eso, si el Hijo los libera, ustedes serán realmente libres.
Yo sé que ustedes son descendientes de Abraham, pero tratan de matarme porque mi palabra no penetra en ustedes.” °°° Juan 8, 31-42.
La
libertad se gana con la verdad. Cada persona nace libre, debe cultivar su
libertad y respetar la libertad de los demás. El apóstol san Pablo
recomienda: manténganse firmes y no se sometan al yugo de la esclavitud.
(Gálatas 5, 1). La libertad es una
facultad en cada persona. La libertad me permite elegir y asumir con
responsabilidad. Cuando no tengo la capacidad de hacer uso de mi libertad,
puedo cometer demasiados errores. Si escojo solo el mal, eso es libertinaje, si
no tomo las decisiones inteligentes me convierto en esclavo de la sociedad.
San
Juan Pablo II enseña que el buen uso de la libertad, bajo el estado de la
verdad, provoca el verdadero bien en una persona. El santo Padre iniciaba
su excelente carta encíclica afirmando: “El esplendor de la verdad brilla en
todas las obras del Creador y, de modo particular, en el hombre, creado a
imagen y semejanza de Dios (cfr. Génesis 1, 26), pues la verdad ilumina la
inteligencia y modela la libertad del hombre” (Veritatis Splendor, año 1993).
Ninguna
persona puede eludir la pregunta: ¿Cómo puedo discernir el bien del mal? La
respuesta es posible gracias al esplendor de la verdad. (Veritatis, 2). Los
mandatos de Dios son el primer camino hacia la libertad de una persona. La
persona que está exenta de no caer en dichas prohibiciones, va ganando el
camino de su propia libertad. (Veritatis, 13).
Es
necesario estar atentos a la relación entre la libertad y la ley. Si cada
persona se cree dueña de su libertad cae en el libertinaje. El equilibrio
se logra definiendo que el decidir sobre el bien o el mal, solo lo puede hacer
Dios. "De cualquier árbol del jardín puedes comer, más del árbol de la
ciencia del bien y del mal no comerás, porque el día que comieres de él,
morirás sin remedio"» (Génesis 2, 16-17). (Veritatis, 35).
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