Evangelio miércoles 2 de abril 2025
Padre, Jairo Yate Ramírez. Arquidiócesis de Ibagué
“Dijo Jesús
a los judíos: Mi Padre trabaja hasta ahora, y yo también trabajo. Por eso los
judíos trataban con mayor empeño de matarle, porque no sólo quebrantaba el
sábado, sino que llamaba a Dios su propio Padre, haciéndose a sí mismo igual a
Dios. Jesús, pues, tomando la palabra, les decía: En verdad, en verdad os digo:
el Hijo no puede hacer nada por su cuenta, sino lo que ve hacer al Padre: lo
que hace él, eso también lo hace igualmente el Hijo.
Porque el Padre quiere al Hijo y le muestra
todo lo que él hace. Y le mostrará obras aún mayores que estas, para que os
asombréis. Porque, como el Padre resucita a los muertos y les da la vida, así
también el Hijo da la vida a los que quiere. Porque el Padre no juzga a nadie;
sino que todo juicio lo ha entregado al Hijo, para que todos honren al Hijo
como honran al Padre.” °°° Juan 5, 17-30.
Quien
goza de un concepto bastante culto sobre la fe, no entra en conflicto con los
demás. Alguien enseñó: “Tener fe, es aceptar los designios de Dios, aunque
no los entendamos. Tener fe, es dar cuando no tenemos, cuando nosotros mismos
necesitamos. Tener fe es creer, cuando resulta más fácil recurrir a la duda.
Tener fe es guiar nuestra vida no con la vista, sino con el corazón.
Tener fe es levantarse
cuando se ha caído. Tener fe es arriesgar todo a cambio de un sueño. Tener fe es acostumbrarse a ver
positivamente. Tener fe es confiar más en Dios y menos en mis propias fuerzas.
Tener fe es buscar lo imposible.”
Quienes no pudieron
aceptar a Jesús como el enviado de Dios, como Dios mismo, nunca pudieron
disfrutar de sus bondades y de sus gracias. Al contrario, entraron en conflicto con el
Salvador del mundo. Dice la Escritura: Les ofendía que curara en sábado. Les
molestaba que llamara a Dios Padre. No entendían por qué perdonaba pecados.
El
Papa Benedicto XVI nos enseña que Dios lo es todo. Es el creador. La vida
brota de él. El mundo existe por él. Todo obedece a la Palabra de Dios. “Vivir de fe significa reconocer la grandeza
de Dios y aceptar nuestra pequeñez, nuestra condición de criaturas, dejando
que Dios la colme con su amor. El mal, con su carga de dolor y de sufrimiento
es un misterio que ilumina la luz de la fe que nos da la certeza de ser
liberados de él”. (cfr. Audiencia, 6 de febrero, 2013).
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