8 de abril 2025. ¡OTRA VEZ !, Y NO NOS DAMOS CUENTA. Autor: Padre, Mario García Isaza c.m. Formador, Seminario Mayor, Arquidiócesis de Ibagué. magarisaz@hotmail.com
Es tan arrollador el torrente de barbaridades en que a diario incurre quien, por desgracia, desgobierna a Colombia; son tan desatinadas sus decisiones y las de los integrantes de la camarilla de ineptos o aviesos de que se ha rodeado, que en ese barullo ininteligible se ahogan, se difuminan y pasan desapercibidas noticias y hechos de inocultable gravedad y trascendencia.
Lo cual encierra un grande y sinuoso peligro; al amparo de
la confusión y el desbarajuste, pueden los enemigos del bien, de la moral,
de la civilización cristiana, deslizar iniciativas criminales y perversas sin
que los colombianos nos percatemos de ellas. Tal, me parece, es el caso de
la nueva intentona de la Corte Constitucional, que, ¡otra vez!, presiona
alevosamente al Congreso de la república para que amplíe la reglamentación del asesinato
de los débiles, mediante la eutanasia.
Ya esos aturdidos togados habían ejercido presión sobre el
ministerio de salud en la sentencia
T-445 de 2024, en la que pedían extender ese “derecho” a enfermos no
terminales; ya habían ejercido la misma criminal presión sobre el Congreso con
la sentencia C-233 de 2021, que despenalizaba la eutanasia “también para las
personas que afrontan una lesión corporal o una enfermedad grave que genere intenso sufrimiento” y habían asentado
en su sitio Web que “la eutanasia ya no se limita a enfermedades terminales”,
sin percatarse, deslumbrados y obnubilados como están, de la atrocidad que esa
pretensión encierra.
Y ahora, en medio del desconcierto en que está el país por
las diarias insensateces del gobierno, los señores de la corte vuelven a la
carga con una resolución, la T-057 del 14 de febrero de este año, en la que
amplían el alcance de esa práctica homicida también a los menores de edad “con
discapacidad intelectual”. Buscan así, estos promotores del asesinato,
paliado con hipócritas eufemismos, atentar contra los más indefensos.
Una y mil veces si fuere necesario tenemos que gritar
nuestro rechazo a esas criminales pretensiones; una y otra vez hemos de
recordar que el único dueño de la vida es Dios; que existe un “no matarás” estampado en la ley positiva
divina y en la ley natural que también viene del Creador; que la
Constitución que aún nos rige y la Corte debería defender, establece, artículo
11, que “el derecho a la vida es inviolable”; que la Iglesia católica ha sido
siempre, y tiene que seguir siéndolo, defensora insomne de la vida, de su
sacralidad, de su inviolabilidad, desde el principio hasta el fin, cualesquiera
que sean las circunstancias y situaciones por las que atraviese el ser humano.
Vuelvan a resonar entre nosotros enseñanzas como las siguientes:
“cualesquiera que sean los motivos y los medios, la eutanasia directa es
moralmente inaceptable…Una acción o una omisión que, de suyo o en su
intención, provoca la muerte para suprimir el dolor, constituye un homicidio
gravemente contrario a la dignidad de la persona y al respeto al Dios vivo, su
Creador…” CEC, N° 2277) “ …en
comunión con los Obispos de la Iglesia
católica, declaro que la eutanasia es una grave violación de la ley de Dios ,
en cuanto eliminación deliberada y voluntaria de la vida de una persona humana”
(San Juan Pablo II, “Evangelium vitæ, 65)
“Todo lo que se opone a la vida, como los
homicidios de cualquier género, los genocidios, el aborto, la eutanasia…son
ciertamente oprobios que, al corromper la civilización humana, deshonran más a
quienes los practican que a quienes padecen la injusticia, y son totalmente
contrarios al honor debido a Dios” ( Concilio Vaticano II, Gaudium et Spes, 27)
Una y mil veces: ¡No al aborto y a la eutanasia! ¡Sí a la
vida! Que Dios nos libre de las garras de los promotores de la muerte.