30 de abril de 2025

LA VIDA ETERNA NO ES UNA ILUSIÓN Evangelio jueves 1 de mayo 2025


LA VIDA ETERNA NO ES UNA ILUSIÓN
                   
Evangelio jueves 1 de mayo 2025
Padre, Jairo Yate Ramírez. Arquidiócesis de Ibagué
“Dijo Jesús a Nicodemo: El que viene de arriba está por encima de todos: el que es de la tierra, es de la tierra y habla de la tierra. El que viene del cielo, da testimonio de lo que ha visto y oído, y su testimonio nadie lo acepta. 
El que acepta su testimonio certifica que Dios es veraz. Porque aquel a quien Dios ha enviado habla las palabras de Dios, porque da el Espíritu sin medida. El Padre ama al Hijo y ha puesto todo en su mano.
El que cree en el Hijo tiene vida eterna; el que rehúsa creer en el Hijo, no verá la vida, sino que la cólera de Dios permanece sobre él.” Juan 3, 31-36.
 
            Nos ubicamos en el camino de la vida eterna. Desde el mismo momento en que se cumplen las profecías en el Hijo de Dios. “Resucitará al tercer día” El Maestro de Nazareth nos lo recuerda: “«¡Qué poco entienden ustedes, y qué lentos son sus corazones para creer todo lo que anunciaron los profetas! ¿No tenía que ser así y que el Mesías padeciera para entrar en su gloria?» (Lucas 24, 25-26).
 
En otras palabras, podemos decir desde la fe que todos los que hemos sido bautizados, todos los que creemos, todos los que practicamos la Palabra de Dios, vivimos según la promesa del resucitado. La vida eterna la tenemos ante nuestros ojos.
 
            El Papa Francisco nos enseña: “La vida eterna no es una ilusión, no es una fuga del mundo, sino una poderosa realidad que nos llama y compromete a perseverar en la fe y en el amor. (Homilía, 30 de noviembre de 2015).  El credo de nuestra Iglesia Católica nos motiva a decir: “Creo en la vida eterna”. ¿En qué consiste la vida eterna? “La muerte pone fin a la vida de hombres y mujeres. (cfr. 2 Timoteo 1, 9-10).
 
Cada persona tendrá su retribución inmediata después de la muerte, como consecuencia de sus obras y de su fe. Por ejemplo: la parábola del Pobre Lázaro. (cfr. Lucas 16, 22). Los que mueren en la gracia y la amistad de Dios y están perfectamente purificados, viven para siempre con Cristo. Son para siempre semejantes a Dios, porque lo ven "tal cual es" (1 Juan 3, 2). (cfr. Catecismo Iglesia Católica, 1020 – 1023).   
 
            Jesucristo vence la muerte y la convierte en eternidad. (cfr. Juan 6, 47-50). Sólo quien tiene fe vive su propia vida de cara al resucitado, la eternidad se gesta como proceso desde nuestra propia vida terrenal, se gana la vida, se conquista la vida, se supera la vida terrenal, cuando está de por medio la fe en Aquel que es la vida eterna. El punto de partida es Cristo, y el punto de llegada es la eternidad al amor del Padre. 
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https://youtu.be/xoPgs-m51BA