25 de abril de 2025

UN COMENTARIO INFORTUNADO Padre Mario García Isaza.


25 de abril 2025
. UN COMENTARIO INFORTUNADO Autor: Padre Mario García Isaza c.m. Formador Seminario Mayor Arquidiócesis de Ibagué
. magarisaz@hotmail.com   
El Papa Francisco retornó a la casa del Padre. Lo han expresado tantos, que casi suena a frase de cajón. Pero no. Es la expresión de una realidad en la que creemos los que, por una parte, tenemos fe, y por otra, experimentamos una profunda admiración por ese Pontífice, por su magisterio, por la herencia espiritual que, con sus ejemplos y sus enseñanzas, nos ha dejado.
 
El auténtico plebiscito de elogios que ha provocado su muerte, salido no solo de labios de los que constituimos  la comunidad de la Iglesia católica, sino de no creyentes, de ateos, de materialistas, de integrantes de otros grupos religiosos, de gobernantes y  gente del  común, de ricos y pobres, de gentes de todas las culturas, ese plebiscito, digo, sea cierta la afirmación que está en nuestros labios y en nuestro corazón:
 
 fue el verdadero “siervo bueno y fiel” del Evangelio; fue un paradigmático buen pastor; fue el pontífice que el Espíritu Santo les dio a la Iglesia y al mundo para que les marcara  el rumbo, un rumbo con características santamente revolucionarias, un rumbo transido del espíritu del Concilio Vaticano II, un rumbo que le dio a la Iglesia un rostro luminosamente evangélico, un rumbo que, quiéralo Dios, seguirá afirmando cada vez más sus rasgos y nunca volverá a perder.
 
 
Por eso resultan verdaderamente infortunados e inexplicables comentarios como el que publicó ayer La Linterna Azul, atribuido a  Luisella Scrosati,   e intitulado: ” La fin d’un pontificat sous le signe du <changement de paradigme>”. Llego a preguntarme, incluso, por qué la Linterna da cabida a tal artículo. Muy a vuelo de pájaro, me tomo la libertad de traducir del francés algunas de sus afirmaciones, que no dudo en calificar de falsas, tendenciosas, absolutamente equivocadas, algunas incluso malignas..
 
“Han transcurrido más de doce años desde el atardecer de aquel 13 de marzo de 2013…años en que el <cambio de paradigma> se inició, con el acelerador a fondo pero al propio tiempo con el freno de mano empuñado, habida cuenta de la presencia de un Benedicto XVI silencioso pero vigilante.”  Insinuar así, de modo sibilino, una intención calculadora del Papa Francisco de enseñar o actuar en contra del magisterio del pontífice que le precedió es, por lo menos, malicioso y teñido de cierta perversidad.
 
Glosa enseguida el artículo que estoy comentando la Encíclica “Amoris letitia”, y la actitud del Papa ante las famosas Dubia de algunos Cardenales, y lo hace en forma harto superficial y sesgada. Cualquiera que haya leído con atención ese riquísimo documento, habrá encontrado en él un acervo incalculable de doctrina sobre la naturaleza del verdadero amor, sobre la belleza y dignidad del matrimonio a la luz del Evangelio, sobre al auténtico sentido y valor del amor esponsal, de  la paternidad y la  maternidad, de la familia como célula fundamental de la sociedad humana y escuela de humanismo cristiano.
 
Y poco adelante, Scrosati se despacha así: “ …Llegó luego el turno al Sínodo sobre  la Amazonia, con la clara intención de hacer facultativo el celibato sacerdotal, que no tuvo éxito gracias a la oportuna publicación del libro <Desde el fondo del corazón>, de Benedicto XVI y el Cardenal Robert Sarah; razón por la cual las encíclicas sociales Laudato sí y Fratelli Tutti,  un fardo del que no será fácil desembarazarse, y que disienten sobre numerosos puntos de la enseñanza y de la doctrina social de la Iglesia” 
 
Hay en esos pocos renglones tantas aseveraciones falsas, y tantas insinuaciones maliciosas, que merecerían un largo análisis, aunque saltan a la vista. Ni el Sínodo sobre la Amazonia tenía el propósito de hacer opcional el compromiso santo del celibato sacerdotal, sobre el cual, por lo demás, se pronunció varias veces el Papa Francisco en absoluta fidelidad a la tradición disciplinaria de la las Iglesia; ni las excelsas enseñanzas de Laudato sí y Fratelli Tutti son  un fardo gravoso del que la Iglesia tendrá que desembarazarse;
 
todo lo contrario: el primero de esos documentos es una luminosa síntesis de lo que  enriquece la teología y la moral católicas en relación con el cuidado del mundo como obra confiada por Dios a las manos del hombre; y el segundo una extraordinaria invitación a que entendamos los alcances que a la luz de la Revelación tiene la humanidad como comunidad de hermanos, llamados  a buscar juntos la verdad y el bienestar de todos. Yo me atrevería a desafiar a cualquiera a que señale, con claridad y en concreto, en qué las enseñanzas del Papa en esos documentos contradicen la doctrina católica.
 
Más adelante, y tras soltar otras malévolas ligerezas no menos censurables, suelta esta perla: “Con la muerte e Ratzinger, vino el colapso: después de la destitución del Cardenal  Ladaria, el nombramiento de Fernández (sic)  en el Dicasterio para la Doctrina de la fe aceleró aún más la disolución interna del catolicismo, que alcanzó una crisis sin precedentes con la publicación de Fiducia supplicans.
 
Anotemos  este nombramiento, y el de otros hombres totalmente desprovistos de sentido de Iglesia, ampliamente ideologizados, y que se caracterizan por lo que el Papa Benedicto XVI bautizó como <la hermenéutica de la ruptura>, y en muchos casos igualmente por una conducta moral que es todo menos íntegra” No creo ser atrevido al decir que aquí, la articulista traspasa, simplemente, la línea de la más elemental prudencia en sus apreciaciones, y peca de atrevimiento en afirmaciones rayanas con la calumnia; es este escrito el que muestra una ausencia absoluta del sentido de Iglesia que les endilga a los nombrados por  el Papa.
 
Y después de esa parrafada infame, el artículo que estoy glosando habla de la utilización que el Papa hacía de los medios audiovisuales, - sus entrevistas, sus videos, sus mensajes a través de los medios  en una forma no solo peyorativa, insinuando que el Papa era como cualquier den los “influencer” que se hacen populares con sus ligerezas y banalidades, que buscaba ser una “vedette” de televisión; manera esta no solo ligera sino torcida de valorar esas intervenciones del Pontífice, que no eran otra cosa que la utilización pastoral de los medios para evangelizar, para hacer llegar su mensaje al hombre de hoy; pero hay algo  peor: 

la Scrosati hace alusión de una manera sencillamente  infame, canallesca, a las últimas apariciones del Papa Francisco, la víspera de su muerte; esas apariciones para dar la bendición a la ciudad y al mundo, que a todos nos conmovieron, que todos vimos como un acto sublime  de amor, llevado  hasta el último aliento, a Scrosati le parecieron parte de un  espectáculo que trivializaba la palabra del sumo pontífice. El malhadado artículo, casi al final, hace una afirmación que resulta contraevidente  : que con el pontificado de Francisco la figura misma del Sumo Pontífice saltó en pedazos… y que con su magisterio “ la palabra del Papa vino a ser una más entre tantas otras, quizá un poco más autoritaria por razón de su antigüedad y de su prestigio moral, pero nada más… la opinión de un hombre que se mezcla con la cacofonía de otras muchas voces”  ¿Será posible una forma más ligera y tortuosa de ver las cosas y de valorarlas?
 
 
No soy quién para hacer un análisis profundo del magisterio y de la acción pastoral del querido Papa Francisco. Comparto letra por letra el hermoso y breve comentario que nos llegó de nuestro cohermano José Antonio González; estoy devorando, en cuanto puedo, los múltiples escritos, videos, documentos, elogios que por estos días se multiplican, 

y estoy seguro de que con el paso de los días nos estarán enriqueciendo análisis juiciosos y serios acerca de la invaluable riqueza doctrinal, pastoral y espiritual de los doce años de su pontificado. Muy al contrario de lo que piensa la desatinada Scrosati, estoy seguro de que con el paso de los años irán comprendiendo, la Iglesia y el mundo, cuán providencial fue el pontificado maravilloso del Papa Francisco. Hoy estamos en oración para que, a despecho de lo que desea Luisella Scrosati, el Espíritu Santo nos dé pronto un Papa tan bueno como él. Yo no lo dudo, así será.