Evangelio domingo 6 de abril 2025
Padre, Jairo Yate Ramírez. Arquidiócesis de Ibagué
“Jesús se fue al monte
de los Olivos. De madrugada se presentó otra vez en el Templo, y todo el pueblo
acudía a él. Se sentó y se puso a enseñarles. Los escribas y fariseos le llevan
una mujer sorprendida en adulterio, la ponen en medio y le dicen: «Maestro,
esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio.
Moisés nos mandó en la Ley apedrear a estas mujeres. ¿Tú qué dices?»
Esto lo decían para tentarlo, y tener de qué acusarlo. Pero Jesús,
inclinándose, se puso a escribir con el dedo en la tierra.
Como ellos insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo: «Aquel que
esté sin pecado, que le arroje la primera piedra». E inclinándose de nuevo,
escribía en la tierra.” °°° Juan 8, 1-11
Jesucristo
anuncia el mensaje de salvación, superando el martirio extremo de la ley y
proponiendo el amor y la misericordia para aquella persona que se equivoca
en su vida. Dice el Maestro: “Quien esté sin pecado que le arroje la primera
piedra”. Ante las verdades que nos enseña la Escritura podríamos pensar en: La importancia que tiene perdonar y no
tanto estar pendiente de condenar a los demás. Cada vez que nos corresponda
dar una opinión sobre un momento difícil de otra persona, la Escritura nos
dirá: Piensa primero en lo que eres y luego da tu opinión. “Jesucristo es
nuestro juez y abogado” (Juan 5, 22).
El
Salvador del mundo, piensa primero en la bondad y la misericordia con las
personas y después propone la conversión y la conciencia ante el mal que la
persona ha cometido. La Escritura nos enseña que Jesucristo vino al mundo para
salvar a su pueblo de sus pecados. (Mateo 1, 21). Nuestro Catecismo de la
Iglesia Católica nos recuerda que: El
pecado es una falta contra la razón, la verdad, la conciencia recta; es
faltar al amor verdadero para con Dios y para con el prójimo, a causa de un
apego perverso a ciertos bienes. (Numeral 1849). El apóstol san Pablo nos
propone pensar en la diversidad de pecados: las obras de la carne al fruto del
espíritu. (cfr. Gálatas 5, 19-21).
La
gravedad de un pecado puede ser mayor o menor, dependiendo de la gravedad del
mismo. Jesucristo responde a este interrogante: “No mates, no cometas
adulterio, no robes, no levantes testimonio falso, no seas injusto, honra a tu
padre y a tu madre” (Marcos 10, 19). El Papa Pío XII en su tiempo enseñaba que
el pecado más grande, es que la humanidad ha perdido el sentido del pecado. El
Papa Francisco recuerda: “Jesucristo juzga, pero con misericordia” (cfr.
Homilía 3 de abril, 2017).
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