EL SER Y EL QUEHACER DE DIOS ES SALVAR
Padre, Jairo Yate Ramírez. Arquidiócesis de Ibagué
“Tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.
Meditando la historia de la
salvación, aprendemos el ser y el quehacer de Dios. Lo primero es
identificar a Dios. Él es amor. Todo lo que tenga que ver con la grandeza y la
nobleza del corazón, del amor, eso es Dios. Él es amor, porque en Él todo
funciona de acuerdo con el bien y la perfección. Es tan grande y maravilloso el
amor en Dios, que envió a su único Hijo para cumplir con el quehacer de Dios,
es la salvación. Si unimos las dos, llegamos a la maravillosa conclusión, que
Dios es amor y vino exclusivamente para salvar la humanidad.
Es la confianza la que nos sostiene
cada día y la que nos mantendrá en pie ante la mirada del Señor cuando nos
llame junto a Él: «En la tarde de esta vida, compareceré delante de ti con las
manos vacías, pues no te pido, Señor, que lleves cuenta de mis obras. Todas
nuestras justicias tienen manchas a tus ojos. Por eso, yo quiero revestirme de
tu propia Justicia y recibir de tu Amor la posesión eterna de Ti mismo» (cfr.
Exhortación apostólica, Cést la Confiance, numerales 1-2).
Jesucristo vino para salvar la
humanidad. En ningún momento estará en la mente de Dios, el hecho de condenar a
ninguna persona. Dios siempre deja una puerta abierta. El Papa Francisco
nos recuerda que el impedimento para no recibir la salvación que viene de Dios
es que es que las personas son esclavas de las tinieblas. El pecado nos ciega y
no podemos tolerar la luz. Tenemos los ojos enfermos. (cfr. Homilía, 6 de mayo,
2020).
https://youtu.be/_lami2zFz5k