29 de abril de 2025

EL SER Y EL QUEHACER DE DIOS Evangelio miércoles 30 de abril 2025


EL SER Y EL QUEHACER DE
DIOS ES SALVAR                  
Evangelio miércoles 30 de abril 2025
Padre, Jairo Yate Ramírez. Arquidiócesis de Ibagué
“Tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.
El que cree en él, no es juzgado; pero el que no cree, ya está juzgado, porque no ha creído en el Nombre del Hijo único de Dios. Y el juicio está en que vino la luz al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas.  
 
Pues todo el que obra el mal aborrece la luz y no va a la luz, para que no sean censuradas sus obras. Pero el que obra la verdad, va a la luz, para que quede de manifiesto que sus obras están hechas según Dios.» Juan 3, 16-21
 
 Meditando la historia de la salvación, aprendemos el ser y el quehacer de Dios. Lo primero es identificar a Dios. Él es amor. Todo lo que tenga que ver con la grandeza y la nobleza del corazón, del amor, eso es Dios. Él es amor, porque en Él todo funciona de acuerdo con el bien y la perfección. Es tan grande y maravilloso el amor en Dios, que envió a su único Hijo para cumplir con el quehacer de Dios, es la salvación. Si unimos las dos, llegamos a la maravillosa conclusión, que Dios es amor y vino exclusivamente para salvar la humanidad.
 
            Pensemos un poco, ¿por qué Dios es amor?  El Papa Francisco nos recuerda la espiritualidad de Santa Teresita del niño Jesús y de la santa faz, quien sostiene el amor de Dios en la confianza. Dice el santo Padre: «C’est la confiance et rien que la confiance qui doit nous conduire à l'Amour»: «La confianza, y nada más que la confianza, puede conducirnos al Amor». 

   Es la confianza la que nos sostiene cada día y la que nos mantendrá en pie ante la mirada del Señor cuando nos llame junto a Él: «En la tarde de esta vida, compareceré delante de ti con las manos vacías, pues no te pido, Señor, que lleves cuenta de mis obras. Todas nuestras justicias tienen manchas a tus ojos. Por eso, yo quiero revestirme de tu propia Justicia y recibir de tu Amor la posesión eterna de Ti mismo» (cfr. Exhortación apostólica, Cést la Confiance, numerales 1-2). 
 
            Jesucristo vino para salvar la humanidad. En ningún momento estará en la mente de Dios, el hecho de condenar a ninguna persona. Dios siempre deja una puerta abierta. El Papa Francisco nos recuerda que el impedimento para no recibir la salvación que viene de Dios es que es que las personas son esclavas de las tinieblas. El pecado nos ciega y no podemos tolerar la luz. Tenemos los ojos enfermos. (cfr. Homilía, 6 de mayo, 2020).
SI DESEAS ESCUCHAR EL AUDIO DE ESTA REFLEXIÓN HAZ CLICK     
https://youtu.be/_lami2zFz5k