17 de abril de 2025

EL DOLOR TIENE SU LÓGICA EN LA ESPERANZA Evangelio Viernes Santo 18 de abril 2025


EL VIERNES SANTO 18 de abril 2025

            Concentramos nuestra atención, en la pasión, en el dolor y el sufrimiento.
“La verdadera omnipotencia de Dios, “es la impotencia total del Calvario”. De hecho, se necesita "poco poder para lucirse", pero "se necesita mucho, para dejarse de lado, para borrarse.” Cardenal Raniero Cantalamessa.
29 de marzo, 2024ENSEÑANZAS QUE NOS REGALA EL VIERNES SANTO
            Jesucristo asumió todos los dolores de la humanidad. Redimió nuestros pecados, nos abrió caminos de salvación. “Él soportó nuestros sufrimientos y aguantó nuestros dolores; nosotros lo estimamos leproso, herido de Dios y humillado.” (cfr. Isaías 52, 13)
            Cristo es el sumo sacerdote en medio de nosotros. “ha sido probado en todo, como nosotros, menos en el pecado. Por eso, comparezcamos confiados ante el trono de la gracia.” (cfr. Hebreos 4, 14-16).
            La muerte tiene razón de ser cuando embarga la salvación, la vida con Dios. El dolor se transforma en gloria y esperanza (cfr. Juan 18, 1-19, 42)
 
EL DOLOR TIENE SU LÓGICA EN LA ESPERANZA            
Evangelio viernes 18 de abril 2025
Padre, Jairo Yate Ramírez. Arquidiócesis de Ibagué
            “Jesús fue con sus discípulos al otro lado del torrente Cedrón. Había en ese lugar un huerto y allí entró con ellos. Judas, el traidor, también conocía el lugar porque Jesús y sus discípulos se reunían allí con frecuencia. Entonces Judas, al frente de un destacamento de soldados y de los guardias designados por los sumos sacerdotes y los fariseos, llegó allí con faroles, antorchas y armas.
 
Jesús, sabiendo todo lo que le iba a suceder, se adelantó y les preguntó: “¿A quién buscan?”. Le respondieron: “A Jesús, el Nazareno”. Él les dijo: “Soy yo”. Judas, el que lo entregaba estaba con ellos. Cuando Jesús les dijo: “Soy yo”, ellos retrocedieron y cayeron en tierra. Les preguntó nuevamente: “¿A quién buscan?”. Le dijeron: “A Jesús, el Nazareno”.  Jesús repitió: “Ya les dije que soy yo. Si es a mí a quien buscan, dejen que estos se vayan”.” °°° Juan 18, 1- 19, 42.
 
            La muerte de Jesús de Nazareth abrió muchas alternativas para la humanidad. El dolor y el sufrimiento encuentran un lugar en el corazón de quien tiene fe. La muerte no es el fin de una persona sino el comienzo de una eternidad. La muerte tiene razón de ser cuando embarga la salvación, la vida con Dios. El dolor se transforma en gloria y esperanza por la fuerza del amor.  Cuando contemplamos a Cristo crucificado, descubrimos la extraordinaria riqueza que emana del madero de la cruz, con un solo objetivo, el bien de cada uno de nosotros.
 
            San Juan Pablo II escribió una carta apostólica para que lográramos encontrar el sentido y la relación del sufrimiento con nuestra vida cristiana. El dolor logra su sentido cuando guarda una relación con la Esperanza. El dolor vale cuando se conecta con la pasión de Jesús de Nazareth. El Hijo de Dios venció el dolor con el amor. El Nazareno plantea un Reino donde todos participamos del sufrimiento de Cristo. 
 
            Afirma el santo padre: “El sufrimiento debe servir para la conversión, es decir, para la reconstrucción del bien en el sujeto, que puede reconocer la misericordia divina en esta llamada a la penitencia. La penitencia tiene como finalidad superar el mal, que bajo diversas formas está latente en el hombre, y consolidar el bien tanto en uno mismo como en su relación con los demás y, sobre todo, con Dios. 
 
            El amor es también la fuente más rica sobre el sentido del sufrimiento, que es siempre un misterio; somos conscientes de la insuficiencia e inadecuación de nuestras explicaciones. Cristo nos hace entrar en el misterio y nos hace descubrir el «por qué» del sufrimiento”. (Salvifici Doloris, 12 y 13)
SI DESEAS ESCUCHAR EL AUDIO DE ESTA REFLEXIÓN HAZ CLICK   
 https://youtu.be/d0g0euIaQmM        
 
Obedientes a la propuesta del Papa Francisco, reflexionaremos cada día de la Semana Mayor un tema sobre la virtud de la Esperanza. Hoy Viernes Santo pensamos en °°°
 

EL DOLOR Y LA ESPERANZA
“La esperanza no es una negación
del dolor y de la muerte”
Jubileo Año 2025
            Nos ubicamos en el sexto día ante la celebración de nuestra Semana Santa. Hoy detenemos nuestro pensamiento en el dolor humano, el dolor espiritual, el dolor del alma, el dolor que necesitamos una explicación y la Esperanza como virtud que nos enseña a entender en dolor en aras del éxito, la superación, el alcance de nuestras vidas.

            El Papa Francisco nos permite comprender la relación entre dolor y Esperanza. Dice el santo Padre: La Esperanza en medio del sufrimiento conduce a Dios”. El papa destaca tres momentos específicos que suceden cuando el dolor encuentra a la Esperanza.  Ellos son: “Encuentro, don y compartir”
 
            La enfermedad entonces se convierte en ocasión de un encuentro que nos transforma; en el hallazgo de una roca inquebrantable a la que podemos aferrarnos para afrontar las tempestades de la vida; una experiencia que, incluso en el sacrificio, nos vuelve más fuertes, porque nos hace más conscientes de que no estamos solos. Por eso se dice que el dolor lleva siempre consigo un misterio de salvación, porque hace experimentar el consuelo que viene de Dios de forma cercana y real, hasta «conocer la plenitud del Evangelio con todas sus promesas y su vida»
 
            Nunca como en el sufrimiento nos damos cuenta de que toda esperanza viene del Señor, y que por eso es, ante todo, un don que hemos de acoger y cultivar, permaneciendo “fieles a la fidelidad de Dios”, según la hermosa expresión de Madeleine Delbrêl (cf. La speranza è una luce nella notte, Ciudad del Vaticano 2024, Prefacio).
 
Por lo demás, sólo en la resurrección de Cristo nuestros destinos encuentran su lugar en el horizonte infinito de la eternidad. Sólo de su Pascua nos viene la certeza de que nada, «ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los principados, ni lo presente ni lo futuro, ni los poderes espirituales, ni lo alto ni lo profundo, ni ninguna otra criatura podrá separarnos jamás del amor de Dios» (Romanos 8, 38-39).
 
            Ahora pensemos en el compartir. Los lugares donde se sufre son a menudo lugares de intercambio, de enriquecimiento mutuo. ¡Cuántas veces, junto al lecho de un enfermo, se aprende a esperar! ¡Cuántas veces, estando cerca de quien sufre, se aprende a creer! ¡Cuántas veces, inclinándose ante el necesitado, se descubre el amor! Es decir, nos damos cuenta de que somos “ángeles” de esperanza, mensajeros de Dios, los unos para los otros, todos juntos. (cfr. Mensaje jornada mundial por los enfermos, año 2025).