15 de abril de 2025

DIOS QUIERE FIDELIDAD, NO A LA TRAICIÓN Evangelio Miércoles Santo 16 de abril 2025


MIÉRCOLES SANTO 16 de abril 2025
 
            La Iglesia Católica nos enseña que el miércoles es el día de la traición.
Si Judas prefirió la muerte a la vida (cfr. Deuteronomio 30, 19)
y siguió el ejemplo de los impíos cuyo camino es como la oscuridad
 y se arruina (cfr. Proverbios 4,19),
los once eligieron, en cambio, elegir la vida y la bendición.”
Papa Francisco, audiencia, 12 de junio, 2019
ENSEÑANZAS QUE NOS REGALA EL MIÉRCOLES SANTO
            Quien escucha y se deja llevar por el Espíritu de la sabiduría de Dios, cumple muy bien su misión. “El Señor Dios me abrió el oído; yo no resistí ni me eché atrás. Ofrecí la espalda a los que me golpeaban, las mejillas a los que mesaban mi barba.” (cfr. Isaías 50, 4-9ª).
            Dios reclama la fidelidad a todos aquellos que deseen seguirlo y creer en su nombre. (cfr. Mateo 26, 14-25).
 
DIOS RECLAMA FIDELIDAD          
Evangelio miércoles 16 de abril 2025
Padre, Jairo Yate Ramírez. Arquidiócesis de Ibagué
“Uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue a ver a los sumos sacerdotes y les dijo: “¿Cuánto me darán si se lo entrego?” Y resolvieron darle treinta monedas de plata. Desde ese momento, Judas buscaba una ocasión favorable para entregarlo. El primer día de los Ácimos, los discípulos fueron a preguntar a Jesús: “¿Dónde quieres que te preparemos la comida pascual?”
Él respondió: “Vayan a la ciudad, a la casa de tal persona, y díganle: “El Maestro dice: Se acerca mi hora, voy a celebrar la Pascua en tu casa con mis discípulos””. Ellos hicieron como Jesús les había ordenado y prepararon la Pascua.
            Al atardecer, estaba a la mesa con los Doce y, mientras comían, Jesús les dijo: “Les aseguro que uno de ustedes me entregará”. Mateo 26, 14-25. 
 
            El apóstol san Pablo advierte: “Dios es siempre veraz, aunque las personas sean mentirosas”. (Romanos 3, 4). Dios reclama la fidelidad a todos aquellos que deseen seguirlo y creer en su nombre. La ocasión no se presenta exclusivamente en el caso de Judas el Iscariote, sino que desde un principio de la obra de Dios conduciendo al pueblo de Israel, la infidelidad fue lastimando el amor, la confianza, las esperanzas del pueblo de Dios. 
 
            Santa Teresa de Calcuta, visionó su apostolado y su misión en la fidelidad a Dios. Entendió que, en la mente de Dios, el asunto no es tanto de “Éxito”, sino de fidelidad, de compromiso, de entrega, de servicio. Ella misma afirmaba: “Dios no pretende de mí que tenga éxito. Sólo me exige que le sea fiel”. 
 
            La fidelidad va en consonancia con la perseverancia. El Maestro de Nazareth enseña: “Les digo esto para que encuentren la paz en mí. En el mundo tendrán que sufrir; pero tengan valor: Yo he vencido al mundo”. (Juan 16, 33).  La fidelidad exige la obediencia. “Jesús dijo a sus discípulos: “No son los que me dicen: “Señor, Señor”, los que entrarán en el Reino de los Cielos, sino los que cumplen la voluntad de mi Padre que está en el cielo.” (Mateo 7, 21).
 
La obediencia es un excelente valor. Quien se acostumbra a ser obediente, se vuelve sabio, es prudente, avanza rápidamente, llega a la santidad. La Sagrada Escritura nos enseña una buena máxima: “Hay que obedecerle a Dios antes que a los hombres”. (Hechos 5, 29). La obediencia pertenece a la dimensión comunitaria de la fe. Eso implica decir que obedecer en la fe es someterse libremente a la palabra escuchada.
SI DESEAS ESCUCHAR EL AUDIO DE ESTA REFLEXIÓN HAZ CLICK
https://youtu.be/Ld_QH8mhN80              
 
Obedientes a la propuesta del Papa Francisco, reflexionaremos cada día de la Semana Mayor un tema sobre la virtud de la Esperanza. Hoy Miércoles Santo pensamos en °°° 
 

LA ESPERANZA Y LA OBEDIENCIA
“Donde hay obediencia hay Iglesia
Donde hay desobediencia, está el Cisma”
Papa Francisco.
Jubileo Año 2025
Nos ubicamos en el cuarto día, ante la celebración de nuestra Semana Santa. Hoy vamos a meditar sobre la virtud de la Esperanza y el valor de la obediencia. El Salvador del mundo le ofreció una oportunidad a Judas Iscariote. Arrepentimiento y obediencia antes de cometer el error más grave de su vida. La tentación del dinero no permite que una persona sea obediente y fiel a su Maestro. El Maestro dice: “Uno de ustedes me va a entregar” Alguien pregunta: ¿Seré yo Señor? El Maestro responde: “Tú lo has dicho”. Quien no obedece al mandato divino, termina destruyendo su propia historia.
 
            El Evangelista Juan, nos propone pensar en la relación de obediencia de un creyente en relación con Dios. Quien se deja guiar por la obediencia cumple perfectamente con su misión. El Bautista enseñó una gran verdad: “Es preciso que Él crezca y que yo disminuya” (Juan 3, 30). 
            El valor de la obediencia permite una comunión perfecta con Dios. Dice el Evangelista: El que viene de arriba está por encima de todos: el que es de la tierra, es de la tierra y habla de la tierra. El que viene del cielo, da testimonio de lo que ha visto y oído, y su testimonio nadie lo acepta.
            El que acepta su testimonio certifica que Dios es veraz. Porque aquel a quien Dios ha enviado habla las palabras de Dios, porque da el Espíritu sin medida. El Padre ama al Hijo y ha puesto todo en su mano. El que cree en el Hijo tiene vida eterna; el que rehúsa creer en el Hijo, no verá la vida, sino que la cólera de Dios permanece sobre él.» Juan 3, 31-36.
 
            El Papa Francisco nos pone a pensar: «La obediencia muchas veces nos conduce por una senda que no es la que yo pienso que debe ser: existe otra, la obediencia de Jesús que dice al Padre en el huerto de los Olivos “que se cumpla tu voluntad”». Obrando así, Jesús «obedece y nos salva a todos». Por lo tanto, debemos estar dispuestos a «obedecer, tener la valentía de cambiar de camino cuando el Señor nos lo pide». Y «por ello quien obedece tiene la vida eterna; y quien no obedece, la ira de Dios permanece en él».

            Teniendo en cuenta el capítulo 5 de los Hechos de los apóstoles en la Escritura aprendemos: A estas acusaciones Pedro responde: «Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres». Y así «repite la historia de salvación hasta Jesús». Pero «al oír este kerigma de Pedro, esta predicación de Pedro sobre la redención realizada por Dios a través de Jesús al pueblo». (cfr. Homilía, 16 de abril, 2015).