GUARDA
LOS MISMOS SENTIMIENTOS
DE CRISTO
“Tengan
todos un mismo sentir. Sean compasivos. Sean humildes. No devuelvan mal por
mal” (1 Pedro 3, 8-9)
He organizado
unas reflexiones que pueden servir
para reflexionar
con los movimientos apostólicos
y aprender cuál
es la misión que Dios quiere de nosotros.
Padre, Jairo Yate
Ramírez. Arquidiócesis de Ibagué. Año 2025
MISIÓN Y TESTIMONIO
Padre, Jairo Yate Ramírez.
Arquidiócesis de Ibagué
“Éste es el testimonio que dio Juan,
cuando los judíos enviaron sacerdotes y levitas desde Jerusalén, para
preguntarle: “¿Quién eres tú?” Él confesó y no lo ocultó, sino que dijo claramente:
“Yo no soy el Mesías”. “¿Quién eres, entonces?”, le preguntaron: “¿Eres Elías?”
Juan dijo: “No”. “¿Eres el Profeta?”
“Tampoco”, respondió.
Ellos
insistieron:
“¿Quién eres, para que podamos dar
una respuesta a los que nos han enviado? ¿Qué dices de ti mismo?” Y él les
dijo: “Yo soy una voz que grita en el desierto: Allanen el camino del Señor,
como dijo el profeta Isaías. Algunos de los enviados eran fariseos, y volvieron
a preguntarle: “¿Por qué bautizas, entonces, si tú no eres el Mesías, ni Elías,
ni el Profeta?”
Juan
respondió: “Yo bautizo con agua, pero en medio de ustedes hay alguien al que
ustedes no conocen: Él viene después de mí, y yo no soy digno de desatar la
correa de su sandalia” Juan 1, 19-28.
San
Juan el Bautista da testimonio de lo que él es, de la misión que debe cumplir,
incluso del fundamento de lo que él hace, pero en nombre del Maestro de
Nazareth. Para llegar a ser un verdadero discípulo de Jesucristo en el mundo,
en su Iglesia, es bueno analizar y reflexionar la vida de alguien que se
identificó tanto con su Maestro, que llegaron a confundirlo con Él.
El
Bautista presenta al buen discípulo con una serie de virtudes que no pueden
faltar: La humildad, la sencillez, la santidad de vida, la nobleza de
corazón, el sacrificio, el convencimiento de lo que es un discípulo. No es más
que su Maestro. Es aquel que da testimonio de su Maestro. Dice la Escritura: “Hubo
un hombre, enviado por Dios: se llamaba Juan.
Éste vino para un testimonio, para dar testimonio de la luz, para que
todos creyeran por él. No era él la luz,
sino quien debía dar testimonio de la luz”. (Juan 1, 6-8).
Dar testimonio es fundamental para
cumplir la misión que desea el Maestro de todos aquellos que deseen seguirlo. El Papa Francisco insiste en que no podemos
evangelizar, no podemos anunciar la Palabra, no podemos ser representantes de
Dios ante la comunidad si no damos testimonio. El santo Padre nos recuerda
la famosa exhortación apostólica del año 1975, escrita por san Pablo VI: el
mundo necesita «evangelizadores que le hablen de un Dios a quien ellos mismos
conocen y tratan familiarmente» (Evangelii Nuntiandi, 76). No es transmitir una
ideología o una “doctrina” sobre Dios, no. Es transmitir a Dios que se hace
vida en mí: esto es dar testimonio”. (cfr. Audiencia, 22 de marzo, 2023).
EL NOMBRE INDICA LA MISIÓN
Padre, Jairo Yate Ramírez.
Arquidiócesis de Ibagué
“Ocho días después, llegó el tiempo
de circuncidar al niño y se le puso el nombre de Jesús, nombre que le había
sido dado por el Ángel antes de su concepción.
Cuando llegó el día fijado por la
Ley de Moisés para la purificación, llevaron al niño a Jerusalén para
presentarlo al Señor, como está escrito en la Ley: Todo varón primogénito será
consagrado al Señor.
También debían ofrecer en sacrificio
un par de tórtolas o de pichones de paloma, como ordena la Ley del Señor”.
Lucas 2, 21-24
Desde
el ambiente bíblico el “Nombre” indica el ser y la misión de cada persona.
Por ejemplo, el nombre del Señor, Salvador del mundo es “Jesús”. Los
hermeneutas bíblicos nos enseñan que es la forma latina del griego “Iesous” (Ἰησοῦς),
que a su vez es la transliteración del hebreo “Jeshua” (Yehošuaʕ) o “Jehoshua” (Yehošuaʕ) o, en su forma contraída,
“Joshua”, que significa “Yahveh es salvación” o simplemente “Dios salva”. La Sagrada Escritura nos permite saber con
certeza que el deseo de Dios era que María Santísima concibiera en su seno
virginal y diera a luz un hijo de Dios y le pusiera por nombre Jesús. (Lucas 1,
31).
Ese
nombre de Jesús daría la clave para saber la misión de ese Hijo de Dios.
Afirma la Escritura: “Será grande, será llamado Hijo del altísimo y el Señor
Dios le dará el trono de David, su padre. Reinará sobre la casa de Jacob y su
Reino no tendrá fin. (Lucas 1, 32-33). El Papa Francisco nos explica muy bien cómo
podemos cumplir nuestro apostolado, tomando como base el significado del nombre
de “Jesús”. Dice el santo Padre: San
Pablo nos dice: «Tened entre vosotros los mismos sentimientos de Cristo Jesús.
El cual, siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios;
al contrario, se despojó de sí mismo tomando la condición de esclavo»
(Filipenses 2, 5-7).
Tener
los mismos sentimientos de Cristo, significa pensar como Él, querer como Él,
mirar como Él, caminar como Él. Significa hacer lo que hizo Él y con sus
mismos sentimientos, con los sentimientos de su Corazón. Esa es la misión.
El corazón de Cristo es el corazón
de un Dios que, por amor, se «vació». Cada uno de nosotros, que sigue a Jesús
debería estar dispuesto a vaciarse de sí mismo. Estamos llamados a este
abajamiento: ser de los «despojados». Ser hombres que no deben vivir centrados
en sí mismos. (cfr. Homilía, 3 de enero, 2014).
LA MISIÓN SE CUMPLE EN NOMBRE DE
°°
Padre, Jairo Yate Ramírez.
Arquidiócesis de Ibagué
“Jesús volvió a Galilea con el poder
del Espíritu y su fama se extendió en toda la región. Enseñaba en las sinagogas
de ellos y todos lo alababan.
Jesús fue a
Nazaret, donde se había criado; el sábado entró como de costumbre en la sinagoga
y se levantó para proclamar la lectura. Le presentaron el libro del profeta
Isaías y, abriéndolo, encontró el pasaje donde estaba escrito:
“El Espíritu del Señor está sobre
mí, porque me ha consagrado por la unción. Él me envió a llevar la Buena
Noticia a los pobres, a anunciar la liberación a los cautivos y la vista a los
ciegos, a dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del
Señor”.
Jesús cerró el libro, lo devolvió al
ayudante y se sentó. Todos en la sinagoga tenían los ojos fijos en Él. Entonces
comenzó a decirles: “Hoy se ha cumplido este pasaje de la Escritura que acaban
de oír”. Todos daban testimonio a favor de Él y estaban llenos de admiración
por las palabras de gracia que salían de su boca.” Lucas 4, 14-22ª
Jesucristo
anuncia y enseña su programa que va a cumplir en nombre de su Padre celestial.
La razón fundamental por la que Él vino a este mundo. “Ungido por Dios, para
anunciar la buena noticia a los pobres, la liberación a los cautivos”. La
unción es una sabia y divina costumbre que se fue extendiendo a lo largo de la
historia de la salvación. Por ejemplo, quienes iban a cumplir una misión en
nombre de Dios, eran ungidos con aceite. El
estar ungido ya es un signo de bendición y de fortaleza por Dios.
La
persona elegida para gobernar en nombre de Dios, debe ser esencialmente del
gusto del creador, elegido por el mismo Dios. Así lo enseña la Escritura:
“asegúrate de que el rey que elijas sea el que elija el Señor tu Dios."
(Deuteronomio 17, 14-15). El profeta Samuel unge con aceite a Saúl y le dice:
“Yahveh es quien te ha ungido como jefe de Israel” (1 Samuel 10, 1). Dios no se fija en las apariencias, rechaza
a Saúl y elige a David como Rey. Así comienza una nueva era para el pueblo
de Israel. (1 Samuel 16) Dios encuentra en David la persona indicada para sus
planes salvíficos. (Hechos 13, 22-23).
Jesucristo es ungido por Dios,
recibe el Espíritu Santo, recibe el poder, pasó haciendo el bien y cumpliendo
perfectamente su misión. (Hechos 10, 38-39). El secreto está en que todo lo hizo en nombre de Dios. Los
católicos somos ungidos con el aceite en el Bautismo y somos recibidos por el
amor de Dios. En la confirmación Dios nos convierte en testigos de su amor. En
la unción de los enfermos, Dios nos sana con su amor.
NO A LAS TENTACIONES EN LA
MISIÓN
Padre, Jairo Yate Ramírez.
Arquidiócesis de Ibagué
“Cuando salió de la sinagoga se fue
con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama
con fiebre; y le hablan de ella. Se acercó y, tomándola de la mano, la levantó.
La fiebre la dejó y ella se puso a
servirles.
Al atardecer, a la puesta del sol,
le trajeron todos los enfermos y endemoniados; la ciudad entera estaba agolpada
a la puerta. Jesús curó a muchos que se encontraban mal de diversas
enfermedades y expulsó muchos demonios.
Y no dejaba hablar a los demonios,
pues le conocían. De madrugada, cuando todavía estaba muy oscuro, se levantó,
salió y fue a un lugar solitario y allí se puso a hacer oración.” °°° Marcos 1,
29-39.
Los
discípulos debemos imitar la obra del Maestro de Nazareth. El Hijo de Dios
no se deja confundir por las tentaciones ante la misión. ¿Cuáles tentaciones se
pueden presentar? Jesucristo no busca el prestigio, no acepta títulos, no desea
la fama del curandero o saca demonios. Su misión es hacer la voluntad de su Padre
celestial. Ha sido enviado para salvar, para anunciar la Palabra salvadora,
para utilizar los dones y poder a favor del dolor y de las necesidades humanas.
El
Papa Francisco nos recuerda que la obra salvadora de Jesucristo no se agotó
durante el tiempo que Él permaneció en la tierra. Sigue adelante a través
de sus apóstoles, su Iglesia, todos aquellos que se comprometen a hacer la
voluntad de Dios. Jesús les confiere a
sus discípulos una doble misión: anunciar el Evangelio de la salvación y sanar
a los enfermos. Fiel a esta enseñanza, la Iglesia siempre ha considerado la
asistencia a los enfermos como parte integrante de su misión. “Los pobres y los que sufren, los tendrán
siempre”, advierte Jesús. Y la Iglesia continuamente les encuentra en la
calle, considerando a las personas enfermas como una vía privilegiada para
encontrar a Cristo, para acogerlo y servirlo. (cfr. Homilía, 8 de febrero,
2015).
El
apostolado se hace fecundo cuando hacemos la voluntad de Aquel que lo instituyó.
El apostolado se convierte en un problema pastoral en la Iglesia, cuando
quienes creyendo que son apóstoles hacen su propia voluntad, e incluso se
oponen a quienes están viviendo su vida apostólica con el espíritu del
Evangelio. Ser apóstol de Dios en el
mundo, no es cambiar las reglas de juego, sino convertirse en testigo del amor de Dios en el mundo. Jesucristo
cumplió fielmente su misión, evitó caer en la tentación de los halagos del
mundo. Anunció su Palabra, curó a muchos de enfermedades y dolencias y se fue
al monte solo a orar.
LA MISIÓN ES PARA SALVAR, NO PARA
CONDENAR.
Padre, Jairo Yate Ramírez.
Arquidiócesis de Ibagué
“Jesucristo salió de nuevo por la
orilla del mar, toda la gente acudía a él, y él les enseñaba. Al pasar, vio a
Leví, el de Alfeo, sentado en el despacho de impuestos, y le dice: «Sígueme».
Él se levantó y le siguió.
Y sucedió que estando él a la mesa
en casa de Leví, muchos publicanos y pecadores estaban a la mesa con Jesús y
sus discípulos, pues eran muchos los que le seguían. Al ver los escribas de los
fariseos que comía con los pecadores y publicanos, decían a los discípulos:
«¿Qué? ¿Es que come con los publicanos y pecadores?» Al oír esto Jesús, les
dice: «No necesitan médico los que están fuertes, sino los que están mal; no he
venido a llamar a justos, sino a pecadores». Marcos 2, 13-17.
La
misión de Jesús de Nazareth es eminentemente salvífica. En Jesucristo, existe
la preferencia por los pobres y los enfermos. Dios asume nuestra condición y se
solidariza con toda situación humana. Jesús no solo es sensible al dolor
humano, sino que se identifica con el que tiene hambre, frío, está enfermo… y
hace del compromiso con el necesitado criterio de salvación. La Escritura nos
enseña que el Salvador del mundo “Recorría toda Galilea enseñando en las
sinagogas, proclamando la Buena Nueva del Reino y curando toda enfermedad y
dolencia en el pueblo” (Mateo 4, 23).
Si
la misión del Maestro es salvar, por qué muchos están interesados en condenar a
los demás. Los estudiosos de la ley critican al Hijo de Dios y el Unigénito
les enseña la gran lección que él desea para aquellos que deseen seguirlo y
formar parte de su Iglesia. “No he venido a llamar a justos, sino a pecadores”
(Marcos 2, 17).
El
Papa Francisco nos enseña que Jesucristo miró con amor y misericordia a un
pecador como Mateo y éste se convirtió y se puso al servicio. “El encuentro
con Jesús, con su amor misericordioso, lo transformó. Y allá atrás quedó el
banco de los impuestos, el dinero, su exclusión. Antes él esperaba sentado para
recaudar, para sacarle a los otros, ahora con Jesús tiene que levantarse para
dar, para entregar, para entregarse a los demás.” (cfr. Homilía, 21 de
septiembre, 2015).
La
misión de Jesús y sus discípulos es salir en búsqueda del pecador,
compartiendo la misericordia y el gozo de Dios.
Quienes son misioneros de Jesucristo viven y anuncian a un Dios que hace
llover sobre justos e injustos. (Mateo 5, 45). Un Dios que ama a gratos e
ingratos. (Lucas 6, 35). Un Dios cuyos caminos no son nuestros caminos (Isaías
55, 8-9). A Dios le interesa que el pecador se convierta y viva. (Ezequiel 33,
11).
LA MISIÓN SE CUMPLE HACIENDO EL
BIEN
Padre, Jairo Yate Ramírez.
Arquidiócesis de Ibagué
“Entró Jesús en una sinagoga y había
un hombre que tenía la mano paralizada. Los fariseos estaban al acecho a ver si
le curaba en sábado para poder acusarle. Dice al hombre que tenía la mano seca:
«Levántate ahí en medio».
Y les dice: «¿Es lícito en sábado
hacer el bien en vez del mal, salvar una vida en vez de destruirla?» Pero ellos
callaban. Entonces, mirándolos con ira, apenado por la dureza de su corazón,
dice al hombre: Extiende la mano».
Él la extendió y quedó restablecida
su mano. En cuanto salieron los fariseos, se confabularon con los herodianos
contra él para ver cómo eliminarle.” Marcos 3, 1-6.
Jesucristo nos quiere sanar del mal.
¿De qué mal se trata? Existen, el mal del alma, el mal del cuerpo, el mal de
una equivocada conciencia. Dios nos
puede sanar de muchos males, La diferencia estaría en la actitud de cada
persona. Cuando una persona desea sanarse en su cuerpo, basta decirle a
Dios: “Si creo, si lo quiero, sé que usted puede hacerlo”. Si una persona se
quiere sanar, de ser y vivir extremo la religión, pensaría y tomaría una
decisión pensando en la recomendación del Nazareno: “Es lícito hacer el bien o
el mal; salvar o destruir”. Nos podemos
sanar encontrando el punto de equilibrio.
El
verdadero culto a Dios exige el esfuerzo, el sacrificio, la entrega y la
generosidad nuestra. No es una competencia. No se trata de quien sea más
legalista. Sólo el corazón limpio
produce limpias palabras. Sólo la persona que ha logrado sanarse
espiritualmente puede comprender que tiene mucho por dar en esta vida. Quien desee vivir sanamente su religión,
cumplir correctamente su misión, contestará la inquietud del Salvador del
mundo: “Para qué me dicen Señor, Señor, y no hacen lo que les digo”. (Lucas 6,
46).
El
Papa Francisco nos enseña que Jesucristo sana y salva a todas las personas, a
la persona integral. Jesucristo no está pendiente si se puede hacer el bien
o no se puede el día sábado, sino que su amor y sus sentimientos están
centrados en sanar a quien lo necesite y
en el momento en que lo necesite. “Jesús ha sanado a enfermos de todo tipo
(cfr. Mateo 9, 35), ha dado la vista a los ciegos, la palabra a los mudos, el
oído a los sordos. Y cuando sanaba las enfermedades y las dolencias físicas,
sanaba. (cfr. Catecismo de la Iglesia Católica, 1421).
Jesús, renueva y reconcilia a cada criatura
(cfr. 2 Corintios 5, 17), nos regala los dones necesarios para amar y sanar
como Él sabe hacerlo (cfr. Lucas 10, 1-9), para cuidar de todos sin distinción
de raza, lengua o nación.” (cfr. Audiencia, 30 de septiembre, 2020).
MISIÓN SEGÚN LA VOLUNTAD DE
DIOS
Padre, Jairo Yate Ramírez.
Arquidiócesis de Ibagué
“Subió al monte y llamó a los que él
quiso; y vinieron donde él. Instituyó doce, para que estuvieran con él, y para
enviarlos a predicar con poder de expulsar los demonios.
Instituyó a los Doce y puso a Simón
el nombre de Pedro; a Santiago el de Zebedeo y a Juan, el hermano de Santiago,
a quienes puso por nombre Boanerges, es decir, hijos del trueno; a Andrés,
Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago el de Alfeo, Tadeo, Simón el Cananeo
y Judas Iscariote, el mismo que le entregó.” Marcos 3, 13-19
Jesucristo
fue enviado por su Padre celestial para cumplir con una misión. “Anunciar el
Reino de su Padre”. El Hijo de Dios no permite que lo detengan en esa
misión. Cuando llegaba a cada pueblo o lugar, las personas encantadas con Él le
decían que no se fuera. Él respondía: Debo anunciar la Buena Nueva para eso he
sido enviado. (Lucas 4, 43). El mensaje de Jesucristo es un llamado a la
Esperanza. El Evangelio del Maestro, cambia el rumbo de la historia.
Jesucristo elige a doce personas con
cualidades y con defectos. La clave para
que se conviertan en apóstoles es que anuncien la Palabra en nombre de Dios y
pongan al servicio de la sociedad, los dones y talentos que Dios regala a
cada persona. El apóstol san Pablo recuerda a quienes viven en Tesalónica, cómo
deben vivir aquellos elegidos por Dios y que trabajan en nombre de Dios.
“Compórtense siempre para agradarle a Dios. la voluntad de Dios es que sean
santos. Que nadie ofenda a nadie.” (1 Tesalonicenses 4, 1-6).
La
misión de quienes somos discípulos es: Anunciar el Evangelio en nombre del
Maestro. Enseñar todo lo que Jesucristo recomendó. Permanecer en Cristo, pues
Él estará con nosotros hasta el fin de la historia. (cfr. Mateo 28, 18-20).
María
Santísima es un excelente ejemplo para saber con precisión en qué consiste la
misión que Dios nos encomienda: Como persona de Fe, María asume con
obediencia la palabra de su Hijo: “Dice su madre a los sirvientes, hagan lo que
Él les diga” (Juan 2, 5). Servirle a
Dios, es una excelente gracia en María Santísima: “Dijo María, he aquí está la
esclava del Señor. Hágase en mí según tu palabra” (Lucas 1, 38).
El catecismo de la Iglesia Católica propone a
la Virgen María como la obra maestra de la misión del Hijo y del Espíritu Santo
en la plenitud de los tiempos. (cfr. Numeral 727). °°° En María Santísima
comienza a manifestarse ¡las maravillas de Dios! Que el Espíritu va a realizar
en Cristo y en la Iglesia.
VIRTUDES, CARISMAS Y PODERES SOLO
PARA LA MISIÓN
Padre, Jairo Yate Ramírez.
Arquidiócesis de Ibagué
“Jesús llamó a los Doce y los envió
de dos en dos, dándoles poder sobre los espíritus impuros. Y les ordenó que no
llevaran para el camino más que un bastón; ni pan, ni provisiones, ni dinero;
que fueran calzados con sandalias y que no tuvieran dos túnicas.
Les dijo: “Permanezcan en la casa
donde les den alojamiento hasta el momento de partir. Si no los reciben en un
lugar y la gente no los escucha, al salir de allí, sacudan hasta el polvo de
sus pies, en testimonio contra ellos”.
Entonces fueron a predicar,
exhortando a la conversión; expulsaron a muchos demonios y sanaron a numerosos
enfermos, ungiéndoles con óleo.” Marcos 6, 7-13.
El Hijo de Dios en un corto, sabio y
profundo manual, logra sintetizar en qué consiste la misión que Él desea. Cómo
se logra el éxito. Cuáles son las reglas de comportamiento. En pocas palabras,
la misión consiste exactamente en hacer “Lo que el Maestro manda” (Juan 15,
14).
Las
reglas de comportamiento son base necesaria para lograr el cumplimiento de la
misión. La primera: Trabajar en comunidad. Aprender a vivir
en comunidad. Mirar a los demás como hermanos de la comunidad y compañeros en
la misión. La segunda: Todos los poderes, talentos, carismas, cualidades, virtudes, deben estar al servicio
estrictamente de la misión. Ningún talento debe funcionar por fuera de la
misión.
La tercera:
La virtud del desprendimiento. Sin
ella es imposible estar en la misión. Un buen ejemplo del desprendimiento es
meditar lo que la Escritura enseña: “memento quod pulvis es et in pulverem
reverteris” (Recuerda que eres polvo y en polvo te has de convertir”. (Génesis
3, 19). Quien sabe lo que es, gracias al creador, nunca caerá en la tentación
de apegarse a las cosas de este mundo. (cfr. 1 Corintios 7, 31).
El
enviado prolonga la obra de su Maestro. Un discípulo de Cristo es una persona
que debe tener conciencia de su propio ser, no es algo que se le puede
ocurrir al azar, sino que la “persona madura constantemente en el conocimiento,
amor y seguimiento de Jesús Maestro, profundiza en el ministerio de su persona,
de su ejemplo y de su doctrina.
El
Papa Francisco recomienda que cada cristiano y cada bautizado discierna cuál es
el camino que el Señor le pide: “Todos somos invitados a aceptar este
llamado: salir de la propia comodidad y atreverse a llegar a todas las
periferias que necesitan la luz del Evangelio” (Exhortación Apostólica, Evangelii
Gaudium 20).
SEAN COMPASIVOS: CONSIGNA DE LA
MISIÓN
Padre, Jairo Yate Ramírez.
Arquidiócesis de Ibagué
“Volvió a reunirse una gran
multitud, y como no tenían qué comer, Jesús llamó a sus discípulos y les dijo:
“Siento compasión de esta gente, porque hace tres días que están conmigo y no
tienen qué comer. Si los mando en ayunas a sus casas, van a desfallecer en el
camino, y algunos han venido de lejos”. Los
discípulos le preguntaron: “¿Cómo se podría conseguir pan en este lugar
desierto para darles de comer?” Él les dijo: “¿Cuántos panes tienen ustedes?”
Ellos respondieron: “Siete”.
Entonces Él ordenó a la multitud que
se sentara en el suelo, después tomó los siete panes, dio gracias, los partió y
los fue entregando a sus discípulos para que los distribuyeran. Ellos los
repartieron entre la multitud. Tenían, además, unos cuantos pescados pequeños,
y después de pronunciar la bendición sobre ellos, mandó que también los
repartieran.
Comieron hasta saciarse y todavía se
recogieron siete canastas con lo que había sobrado.
Eran unas
cuatro mil personas.” °°° Marcos 8, 1-10.
Para
Jesucristo es muy importante la compasión en el Anuncio de la Palabra. La
compasión en la manera de tratar a los demás. La compasión ante el perdón
por las faltas cometidas. Ser compasivos y misericordiosos es la consigna
bíblica. Por ejemplo, si una persona se arrodilla y suplica que el patrón
condone su deuda. “¿No debías tú tener compasión de tu compañero, como yo me
compadecí de ti?” (Mateo 18, 33)
Jesús
afirma que la misericordia no es solo el obrar del Padre, sino que ella se
convierte en el criterio para saber, quiénes son realmente sus hijos. (cfr.
Papa Francisco. Bula Misericordiae Vultus N. 9). “El perdón de las ofensas deviene la
expresión más evidente del amor misericordioso y es un imperativo que no
podemos prescindir”. Por ende: “No
permitan que la noche los sorprenda enojados” (Efesios 4,26). La misericordia es y debe ser el ideal de
vida y el criterio de credibilidad. “Dichosos los misericordiosos” (Mateo 5, 7). Es necesario tener compasión y perdonar 70
veces siete. (Mateo 18, 22).
La
misericordia es la viga maestra que sostiene la vida de la Iglesia. Todo en
su acción pastoral debería estar revestido por la ternura con la que se dirige
a los creyentes; nada en su anuncio y en su testimonio hacia el mundo puede
carecer de misericordia. La credibilidad
de la Iglesia pasa a través del camino del amor misericordioso y compasivo.
La Iglesia «vive un deseo inagotable de brindar misericordia». (cfr. Evangelii
Gaudium, 24) Tal vez por mucho tiempo nos hemos olvidado de indicar y de andar
por la vía de la misericordia. (cfr. Papa Francisco. Bula Misericordiae Vultus
N. 10).
BIENAVENTURADO QUIEN SEA FIEL A
LA MISIÓN
Padre, Jairo Yate Ramírez.
Arquidiócesis de Ibagué
Después de bajar con ellos, se paró
en una llanura con un grupo grande de discípulos y una gran muchedumbre del
pueblo, procedente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de
Sidón. Él, levantando los ojos hacia sus discípulos, les decía:
«Bienaventurados los pobres, porque vuestro es el reino de Dios. Bienaventurados
los que ahora tenéis hambre, porque quedaréis saciados. Bienaventurados los que
ahora lloráis, porque reiréis.
Bienaventurados vosotros cuando os
odien los hombres, y os excluyan, y os insulten y proscriban vuestro nombre
como infame, por causa del Hijo del hombre. Alegraos ese día y saltad de gozo,
porque vuestra recompensa será grande en el cielo. Eso es lo que hacían
vuestros padres con los profetas.
Pero ¡ay de vosotros, los ricos,
porque ya habéis recibido vuestro consuelo! ¡Ay de vosotros, los que estáis
saciados, porque tendréis hambre! ¡Ay de los que ahora reís, porque haréis
duelo y lloraréis! ¡Ay si todo el mundo habla bien de vosotros! Eso es lo que
vuestros padres hacían con los falsos profetas.” Lucas 6, 17. 20-26.
El
Hijo de Dios propone un programa de vida para todos aquellos que creen en Él y
desean seguirlo. El Maestro enseña los fundamentos de la misión y serán
bienaventurados aquellos que puedan cumplirlo. El Nazareno advierte la tristeza y el desconsuelo de aquellos que no
pudieron cumplir la misión porque eligieron el camino equivocado: “¡ay de
vosotros, los ricos, porque ya habéis recibido vuestro consuelo! ¡Ay de
vosotros, los que estáis saciados, porque tendréis hambre! La misión funciona
con un programa de vida.
El
Papa san Pablo VI enseñaba: Jesús nos presenta un nuevo estilo de vida,
inspirado en el amor, la paz, la justicia, el servicio, el perdón. Es lo que llamamos el Reinado de Dios,
expresado por Jesucristo en las BIENAVENTURANZAS. Consiste en establecer un “mundo nuevo, un
nuevo estado de cosas, una nueva manera de ser, de vivir juntos, que inaugura
el Evangelio”. (Encíclica, anuncio del Evangelio, 23).
Las
bienaventuranzas son la carta de navegación para una sociedad gobernada en el
nombre de Dios. Su sabia enseñanza es: la obediencia, el respeto, la
prudencia, la humildad, la tolerancia a las críticas; siempre buscando el
consenso. Seguir al Maestro implica el sacrificio y el desprendimiento. (cfr.
Mateo 16, 24-25). Que cada persona asuma
su cruz, para que pueda hacer la voluntad de Dios.
CONFIAMOS LA MISIÓN AL ESPÍRITU
DE DIOS
Padre, Jairo Yate Ramírez.
Arquidiócesis de Ibagué
“Los discípulos dijeron a Jesús:
«Ahora sí que
hablas claro y no usas comparaciones. Ahora vemos que lo sabes todo y no necesitas
que te pregunten; por ello creemos que has salido de Dios».
Les contestó
Jesús:
«¿Ahora creéis?
Pues mirad: está para llegar la hora, mejor, ya ha llegado,
en que os disperséis cada cual por su lado y a mí me dejéis solo. Pero no estoy
solo, porque está conmigo el Padre. Os he hablado de esto, para que encontréis
la paz en mí. En el mundo tendréis luchas; pero tened valor: yo he vencido al
mundo». Juan 16, 29-33.
No es suficiente creer quién es
verdaderamente Jesús, sino que es necesario y obligatorio afirmar la fe en el
Nazareno, depender de las promesas de Jesucristo, seguir las huellas del
Hijo de Dios, para enfrentar la misión que nos encomiendan. El Maestro
advierte: En el mundo tendrán luchas; pero tengan valor: yo he vencido al
mundo». (Juan 16, 33).
El mejor ejemplo a seguir para
cumplir la misión en medio de tantas vicisitudes es parodiar la manera como lo
hizo el Salvador: “No estoy solo, porque está conmigo el Padre” (Juan 16, 32).
Debe existir una relación profunda entre la persona que desea ser misionero y
la confianza en el Espíritu de Dios. Se vence al mundo con la Gracia y el poder
de Dios. Hay que creerle a Jesús para detener a aquel que desea lastimar la
misión, manipular la misión, aprovecharse de la misión. El gran consuelo es
que si algunos abandonan la misión, el gran Maestro de la misión no está solo.
El apóstol san Pablo fortalece el
corazón, los sentimientos y los deseos de aquellos que desean aceptar a
Jesucristo en su vida de fe. Les propone que reciban el Espíritu Santo, los
dones de Dios, las gracias de Dios, los carismas de Dios. Ellos entienden la
diferencia entre un bautismo del agua y un bautismo con agua y Espíritu Santo.
(cfr. Hechos 19, 1-8).
El Papa Francisco nos recuerda
que el Espíritu Santo es el protagonista de la misión de la Iglesia: es Él
quien guía el camino de los evangelizadores mostrándoles el camino a seguir.
“Esto lo vemos claramente en el momento en que el Apóstol Pablo, habiendo
llegado a Troade, recibe una visión. Un macedonio le suplica: “¡Ven a Macedonia
y ayúdanos!”. Y el pueblo de Macedonia del Norte se siente tan orgulloso de
esto, se siente orgulloso de haber llamado al Apóstol Pablo a anunciar a
Jesucristo. (cfr. Audiencia, 30 de octubre 2019).
LA UNIDAD DEFINE EL ÉXITO DE LA
MISIÓN
Padre, Jairo Yate Ramírez.
Arquidiócesis de Ibagué
“Levantando los ojos al cielo, dijo
Jesús:
«Padre, ha
llegado la hora, glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo te glorifique a ti y, por
el poder que tú le has dado sobre toda carne, dé la vida eterna a todos los que
le has dado. Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, único Dios
verdadero, y a tu enviado, Jesucristo.
Yo te he glorificado sobre la tierra, he llevado a cabo la obra que me
encomendaste. Y ahora, Padre, glorifícame junto a ti, con la gloria que yo
tenía junto a ti antes que el mundo existiese.
He manifestado tu nombre a los que me diste de en medio del mundo. Tuyos
eran, y tú me los diste, y ellos han guardado tu palabra. Ahora han conocido
que todo lo que me diste procede de ti, porque yo les he comunicado las
palabras que tú me diste, y ellos las han recibido, y han conocido
verdaderamente que yo salí de ti, y han creído que tú me has enviado.
Juan 17, 1-11ª
Un eterno consejo del Nazareno
para que la misión que él propone a todos los que crean en Él es la unidad y la
verdad. Digo que es consejo eterno porque el Hijo de Dios ya vivía en esa
misma realidad con su Padre celestial: Siempre ha existido la unidad entre el
Padre el Hijo y el Espíritu Santo. Toda la historia de la salvación no es otra
cosa que la historia del camino y los medios por los cuales el Dios verdadero y
único, Padre, Hijo y Espíritu Santo”. (Catecismo de la Iglesia Católica, 234).
Dios es la verdad, ha sido la
verdad y seguirá siendo la verdad, no existe otra verdad por encima de Él.
El Hijo de Dios pide a los futuros misioneros que se vivan según la unidad
ejemplarizante de Él con su Padre celestial y el Espíritu y que se dejen guiar
exclusivamente por la verdad. Quien acepte la verdad y viva según la verdad,
será una persona libre. (cfr. Juan 8, 32). Quien nos da seguridad si
caminamos según la verdad es el Espíritu de Dios. Dice el Maestro, Él los
guiará hacia la verdad. (Juan 16, 13). Toda persona que desee adorar a Dios
deberá hacerlo en Espíritu y en Verdad. (cfr. Juan 4, 23-24).
La unidad es definitiva en el
camino de la misión. El Papa Francisco aclara: “«Cuando contemplamos la
Trinidad, vemos que Dios es una comunión de personas, un misterio de amor. El
amor con el que Dios viene a buscarnos y salvarnos, enraizado en su ser Uno y
Trino, es también la base de la naturaleza misionera de la Iglesia peregrina en
la tierra (cfr. San Juan Pablo II, encíclica Redemptoris Missio, 1; Concilio: Ad
Gentes, 2)».
HAY QUE EVITAR TODO AQUELLO QUE
IMPIDA LA MISIÓN
Padre, Jairo Yate Ramírez.
Arquidiócesis de Ibagué
“Levantando la mirada al cielo, oró
Jesús diciendo:
«Padre santo,
guárdalos en tu nombre, a los que me has dado, para que sean uno, como
nosotros. Cuando estaba con ellos, yo guardaba en tu nombre a los que me diste,
y los custodiaba, y ninguno se perdió, sino el hijo de la perdición, para que
se cumpliera la Escritura.
Ahora voy a ti, y digo esto en el mundo para
que tengan en sí mismos mi alegría cumplida.
Yo les he dado tu palabra, y el mundo los ha odiado porque no son del
mundo, como tampoco yo soy del mundo. No ruego que los retires del mundo, sino
que los guardes del maligno. No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. Santifícalos
en la verdad.” °°° Juan 17, 11b-19.
Nuestra misión, nuestro
testimonio, nuestro proyecto pastoral, nuestra vida de fe como familia católica
cristiana, será más creíble ante una sociedad, cuando logremos vivir en
comunión los unos con los otros y la base de las relaciones sea el amor. El
Hijo tiene la razón cuando pide a su Padre celestial que nos santifique en la
verdad. (Juan 17, 17).
Hay que evitar todo aquello que
impida la unidad y el buen ambiente de la misión. La envidia, la
maledicencia, la soberbia, la persecución, el falso testimonio, la arrogancia
han estado en todo momento. Jesucristo propone derrotar los diablos de la
misión con el servicio, la humildad, la caridad, el perdón. Por ejemplo: Los
apóstoles discutían quién era el más importante. El Maestro pide que se
dediquen a ser humildes y a servirle a los demás. (cfr. Lucas 9, 46-48).
El mayor orgullo de un misionero será su decisión
de tomar la Cruz y seguir los pasos del Maestro. (cfr. Lucas 9, 23). La soberbia y la prepotencia
no funcionan en un misionero. El Maestro recuerda: Si ganas el mundo, pierdes
tu alma. (Lucas 9, 25). La envidia y la maledicencia contra los talentos de los
demás, impiden la verdadera misión. El Maestro propone: No le impidan a nadie
cumplir con sus talentos. El que no está contra ustedes, está con ustedes.
(Lucas 9, 50). El buen misionero se compromete con Dios y no se le ocurre mirar
hacia atrás. (Lucas 9, 62).
El Papa Francisco propone dos
valores para ser buenos misioneros: “vivir en comunión y la sobriedad son
valores importantes para nuestra vida cristiana y para nuestro apostolado,
valores indispensables para una Iglesia verdaderamente misionera, en todos los
niveles”. (cfr. Ángelus, 14 de julio, 2024).
EL BUEN MISIONERO NO CIERRA LA
PUERTA A LOS DEMÁS
Padre, Jairo Yate Ramírez.
Arquidiócesis de Ibagué
“Habiéndose aparecido Jesús a sus discípulos, después de comer, le dice a
Simón Pedro:
«Simón, hijo de
Juan, ¿me amas más que estos?». Él le contestó: «Sí, Señor, tú sabes que te
quiero». Jesús le dice: «Apacienta mis corderos».
Por segunda vez
le pregunta:
«Simón, hijo de
Juan, ¿me amas?». Él le contesta: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero». Él le
dice: «Pastorea mis ovejas».
Por tercera vez
le pregunta:
«Simón, hijo de
Juan, ¿me quieres?». Se entristeció Pedro de que le preguntara por tercera vez:
«¿Me quieres?» y le contestó: «Señor, tú conoces todo, tú sabes que te quiero».
Jesús le dice: «Apacienta mis ovejas.” °°° Juan 21, 1ª 15-19.
La misericordia de Dios se impone
ante traición y la debilidad humana. El Nazareno guarda una visión integral de
cada persona. Dios siempre piensa en que llegue el momento en que cada
persona reconozca su debilidad, su momento de crisis y comience un nuevo camino
en su existencia. En otras palabras, muchas veces desaparecen tantas virtudes
en un ser humano, porque la misma sociedad, por un solo error borra el
historial de esa persona.
En Dios no existe la posibilidad
de cerrarle la puerta a las personas. El Hijo de Dios llama a un examen de
evaluación a un apóstol que posee una buena cantidad de virtudes para ser
líder, fundamento de la Iglesia que Dios quiere. Es necesario preguntarle a ese
apóstol si está dispuesto a cambiar su manera equivocada de pensar. El
interrogatorio está basado en el amor y la caridad. El apóstol responde que, si
ama a Dios y si lo ama, hará su voluntad. El Salvador le indica quién es el
buen pastor para los demás.
Apacentar, guiar, cuidar,
proteger, curar y servir a los demás es la identidad propia de alguien que
representa a Jesucristo. San Pablo enseña que un verdadero apóstol no lo es
por mérito propio, sino porque es llamado por Dios. (cfr. Hechos 9, 1-9). Pablo
se equivocó en un primer momento y aceptó la corrección fraternal de Dios.
El Papa
Francisco define el ser de un apóstol: «Apóstol», en efecto, es una palabra griega que
quiere decir «mandado», «enviado». Un apóstol es una persona que es mandada, es
enviada a hacer algo y los Apóstoles fueron elegidos, llamados y enviados por
Jesús, para continuar su obra, o sea orar —es la primera labor de un apóstol—
y, segundo, anunciar el Evangelio.” (cfr. Audiencia, 16 de octubre, 2013).
“LA ENVIDIA ES UN PECADO
DIABÓLICO”
Padre, Jairo Yate Ramírez.
Arquidiócesis de Ibagué
“Pedro, volviéndose, vio que los
seguía el discípulo a quien Jesús amaba, el mismo que en la cena se había
apoyado en su pecho y le había preguntado: «Señor, ¿Quién es el que te va a
entregar?» Al verlo, Pedro dice a Jesús:
«Señor, y éste,
¿qué?»
Jesús le contesta: «Si quiero que se quede hasta que yo venga, ¿a ti qué?
Tú sígueme.» Entonces se empezó a correr entre los hermanos el rumor de que ese
discípulo no moriría. Pero no le dijo Jesús que no moriría, sino: «Si quiero
que se quede hasta que yo venga, ¿a ti qué?» Este es el discípulo que da
testimonio de todo esto y lo ha escrito; y nosotros sabemos que su testimonio
es verdadero.
Muchas otras cosas hizo Jesús. Si se escribieran una por una, pienso que ni
el mundo podría contener los libros que habría que escribir.” Juan 21, 20-25.
Existen personas que viven más
preocupadas en evaluar la vida de los demás, entrometerse en la vida de los
demás, ser jueces de los demás. Este camino no permite ser un buen
misionero; al contrario, un mal ejemplo y un obstáculo para lograr una
verdadera evangelización. Jesucristo corrige a su discípulo preferido, para que
no le invada el espacio a los demás y se concentre más en cumplir delante de
Dios su propia misión.
Para ser un buen misionero es
bueno superar la envida. Es bastante común en cantidad de personas que suponen
que está haciendo la voluntad de Dios. La envidia deja ver mucho la pobreza
espiritual y axiológica en una persona. La envida lastima la misión de los
demás. La envidia es considerada una bajeza humana.
Los psicólogos enseñan que la
envidia es una emoción tóxica que genera malestar y sufrimiento. Quien sufre de
envida tiene problemas de madurez, se compara con los demás, tiene sentimientos
de inferioridad, guarda rencor a los demás.
Teniendo en cuenta los mandatos
de la ley de Dios aprendemos las normas de comportamiento perfectas para no
lastimar la vida de los demás ni que nuestra inmadurez sea un problema para la
Iglesia. Por ejemplo, el décimo mandato recomienda no codiciar los bienes
ajenos. Quien cumple con ese mandato no caerá en la tentación de la avaricia,
la envida, y el deseo de cometer cosas injustas.
Las personas
envidiosas hacen mucho mal a la sociedad y utilizan la Iglesia para su propio
bien. San Agustín de Hipona decía: “La envidia es el pecado diabólico por
excelencia”. San Gregorio Magno, afirmaba: ““De la envidia nacen el odio,
la maledicencia, la calumnia, la alegría causada por el mal del prójimo y la
tristeza causada por su prosperidad” (cfr. Catecismo Iglesia Católica, 2538 –
2540).
LOS MISIONEROS ANUNCIAN LA PASCUA
DE SU MAESTRO
Padre, Jairo Yate Ramírez.
Arquidiócesis de Ibagué
“Aquel mismo día iban dos de ellos a
un pueblo llamado Emaús, que distaba sesenta estadios de Jerusalén, y
conversaban entre sí sobre todo lo que había pasado. Y sucedió que, mientras
ellos conversaban y discutían, el mismo Jesús se acercó y siguió con ellos;
pero sus ojos estaban retenidos para que no le conocieran.
Él les dijo: «¿De qué discutís entre vosotros mientras vais andando?»
Ellos se pararon con aire entristecido. Uno de ellos llamado Cleofás le
respondió: «¿Eres tú el único residente en Jerusalén que no sabe las cosas que
estos días han pasado en ella?» Él les dijo: «¿Qué cosas?» Ellos le dijeron:
«Lo de Jesús el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras
delante de Dios y de todo el pueblo.” Lucas 24, 13-35.
Jesucristo anuncia un mundo nuevo
con su propia pasión, muerte y resurrección. Decía el Maestro: “Después de
mi resurrección, iré delante de vosotros a Galilea” (Marcos 14, 28). Y este,
efectivamente, será el último pensamiento: “Irá delante de vosotros a Galilea;
allí le veréis, como os dijo” (Marcos 16, 7). Galilea, se irá constituyendo
progresivamente en el lugar del discipulado y de la misión iluminados por el
fulgor de la pascua de Jesús.
El Papa Francisco nos recuerda que la Resurrección de Jesús, el centro
del mensaje cristiano, que resonó desde el principio y que ha sido transmitido
para que llegara hasta nosotros.
San Pablo escribe a los cristianos de Corinto: “Les he trasmitido en primer
lugar, lo que yo mismo recibí: Cristo murió por nuestros pecados, conforme a la
Escritura. Fue sepultado y resucitó al tercer día, de acuerdo con la Escritura.
Se apareció a Pedro y después a los Doce.” (1 Corintios 15, 3-5). La
muerte y la Resurrección de Jesús son justo el corazón de nuestra esperanza. Sin
esta fe en la muerte y en la Resurrección de Jesús nuestra esperanza ya no será
ni siquiera esperanza. (cfr. Homilía, 3 de abril, 2013).
La resurrección abre las puertas
de la evangelización para la humanidad. La resurrección como misterio pertenece
al orden de la fe; es también un acontecimiento histórico, las pruebas
reposan en el sepulcro vacío (cfr. Juan 20,2). El Maestro superando la muerte,
se aparece a sus discípulos, (cfr. Juan 20, 19-20); también a Santo Tomás (cfr.
Juan 20, 26-28). María Magdalena tiene una gran experiencia con el resucitado
(cfr. Juan 20, 10-18). El mismo apóstol san Pablo reconoce en el acontecimiento
de la resurrección la razón de nuestra fe: (1 Corintios 15,14).
Reflexionemos las siguientes
ideas
propuestas por el Papa Francisco
LA
MISIÓN NO ES OBRA NUESTRA SINO DE DIOS
Papa
Francisco. 12 de mayo 2023
Logramos la misión
gracias al Espíritu Santo y siendo dóciles a su acción.
El anuncio del
Evangelio “no es un aspecto opcional o marginal”, sino “una dimensión vital, en
cuanto que nace apostólica y misionera”. La misión “es oxígeno para la vida
cristiana, que sin ella se vuelve enferma, reseca y fea”.
La misión y la comunión brotan de la oración, se plasman día a día en la
escucha de la Palabra de Dios,
escucha hecha en la oración, y tienen como fin último la salvación de los
hermanos y hermanas que el Señor nos confía”. Sin estos fundamentos “se vacían
y acaban reduciéndose a una mera dimensión sociológica o asistencial. Y a la
Iglesia no le interesa el asistencialismo... Ayudar, sí, pero ante todo
evangelizar, dar testimonio: si das ayuda, que sea desde el testimonio, no
desde métodos proselitistas”.
“La misión no es un proyecto
empresarial o corporativo, ni una organización humanitaria o proselitista.
Es 'algo mucho más profundo, que escapa a toda medida'. Es una invitación a
gastarse con empeño, creatividad y generosidad, pero sin desanimarse si los
resultados no corresponden a las expectativas; a dar lo mejor de uno mismo, sin
escatimar esfuerzos, pero confiándolo todo con confianza a las manos del Padre;
a poner todo de sí, pero dejándole a Él que haga fructificar nuestros esfuerzos
como Él quiera”.
LA
MISIÓN ES SALIR POR TODOS LOS RINCONES DEL MUNDO
DEBE
SER INCANSABLE
Papa
Francisco. Mensaje 20 de octubre 2024
El "drama de la
Iglesia" es que Jesús "sigue llamando a la puerta, pero desde el
interior, ¡para que lo dejemos salir!": el anuncio del Evangelio es
urgente y universal, pero debe hacerse con "amabilidad", sin
forzar ni hacer proselitismo.
"En un mundo
desgarrado por divisiones y conflictos, el Evangelio de Cristo es la voz
dulce y fuerte que llama a los hombres a encontrarse, a reconocerse como
hermanos y a alegrarse por la armonía entre las diversidades"
"Dios quiere que
todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad",
explica el Obispo de Roma. "La misión es, por tanto, una 'incansable
salida hacia toda la humanidad', sin excluir a nadie, 'para invitarla al
encuentro y a la comunión con Dios'".
La invitación de
Jesús es tan actual hoy como ayer, "id" e "invitad": "Cada cristiano está
llamado a participar en esta misión universal con su propio testimonio
evangélico en cada ambiente, para que toda la Iglesia salga continuamente con
su Señor y Maestro a las "encrucijadas de los caminos" del mundo de
hoy".
"La urgencia
de anunciar el Evangelio". El anuncio es universal, concierne "a
todas las personas de cualquier condición social o incluso moral": en la
parábola del banquete, los sirvientes reunieron "a todos los que
encontraron, buenos y malos": "los últimos y los marginados son los
invitados especiales del Rey", "todos son destinatarios de la
invitación de Dios", "sólo hay que decir "sí" a este don
divino y gratuito, acogiéndolo y dejándose transformar por él".
“La urgencia, pero
también el respeto y la amabilidad deben caracterizar, la invitación a las bodas y la belleza del
encuentro con el amor salvífico de Dios en Cristo muerto y resucitado: "Al
anunciar al mundo la belleza del amor salvífico de Dios.”
LA
MISIÓN NOS PIDE CORAZONES ARDIENTES
PIES
EN CAMINO (Lucas 24, 13-35)
Papa
Francisco. Mensaje misional, año 2023
“También ahora, en el momento de su desconcierto, el Señor toma la
iniciativa de acercarse a los suyos y de caminar a su lado. En su gran
misericordia, Él nunca se cansa de estar con nosotros; incluso a pesar de
nuestros defectos, dudas, debilidades, cuando la tristeza y el pesimismo nos
induzcan a ser «duros de entendimiento»
“El Señor
resucitado es cercano a sus discípulos misioneros y camina con ellos,
especialmente cuando se sienten perdidos, desanimados, amedrentados ante el
misterio de la iniquidad que los rodea y los quiere sofocar. Por ello, «¡no nos
dejemos robar la esperanza!» (Exhortación. apostólica. Evangelii Gaudium, 86).
El Señor es más grande que nuestros problemas, sobre todo cuando los
encontramos al anunciar el Evangelio al mundo, porque esta misión, después de
todo, es suya y nosotros somos simplemente sus humildes colaboradores, “siervos
inútiles” (cf. Lucas 17,10).
“Sin la Sagrada
Escritura, los acontecimientos de la misión de Jesús y de su Iglesia en el
mundo permanecen indescifrables» (Carta ap. M.P. Aperuit illis, 1). Por
ello, el conocimiento de la Escritura es importante para la vida del cristiano,
y todavía más para el anuncio de Cristo y de su Evangelio. De lo contrario,
¿qué trasmitiríamos a los demás sino nuestras propias ideas y proyectos? Y un
corazón frío, ¿sería capaz de encender el corazón de los demás?
“Es necesario
recordar que un simple partir el pan material con los hambrientos en el nombre
de Cristo es ya un acto cristiano misionero. Con mayor razón, partir el Pan
eucarístico, que es Cristo mismo, es la acción misionera por excelencia, porque
la Eucaristía es fuente y cumbre de la vida y de la misión de la Iglesia.
“Lo recordó el Papa
Benedicto XVI: «No podemos guardar para nosotros el amor que celebramos en el
Sacramento [de la Eucaristía]. Éste exige por su naturaleza que sea comunicado
a todos. Lo que el mundo necesita es el amor de Dios, encontrar a Cristo y creer
en Él. Por eso la Eucaristía no es sólo fuente y culmen de la vida de la
Iglesia; lo es también de su misión: “Una Iglesia auténticamente
eucarística es una Iglesia misionera”» (Exhortación. apostólica. Sacramentum Caritatis,
84).
“Pongámonos de nuevo
en camino también nosotros, iluminados por el encuentro con el Resucitado y
animados por su Espíritu. Salgamos con los corazones fervientes, los ojos
abiertos, los pies en camino, para encender otros corazones con la Palabra de
Dios, abrir los ojos de otros a Jesús Eucaristía, e invitar a todos a
caminar juntos por el camino de la paz y de la salvación que Dios, en Cristo,
ha dado a la humanidad.”