27 de septiembre 2025 Intuir es el olfato de los pequeños
para el Reino que viene. Audiencia Papa León XIV. Jubileo de los
catequistas. Plaza de san Pedro.
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días y bienvenidos!
El Jubileo nos hace peregrinos de esperanza, porque intuimos
una gran necesidad de renovación que nos concierne a nosotros y a toda la
tierra.
Acabo de decir “intuimos”: este verbo – intuir – describe un
movimiento del espíritu, una inteligencia del corazón que Jesús reconocía sobre
todo en los pequeños, es decir, en las personas de alma humilde. A menudo, de
hecho, las personas sabias intuyen poco, porque presumen de saber. En
cambio, es hermoso tener todavía espacio en la mente y en el corazón, para que
Dios pueda revelarse. ¡Cuánta esperanza cuando surgen nuevas intuiciones en el
pueblo de Dios!
Jesús se alegra de esto, está lleno de gozo, porque se da
cuenta de que los pequeños intuyen. Tienen el sensus fidei, que es como un
“sexto sentido” de la gente sencilla para las cosas de Dios. Dios es
sencillo y se revela a los sencillos. Por eso existe una infalibilidad del
pueblo de Dios en el creer, de la cual la infalibilidad del Papa es expresión y
servicio (cf. Concilio Ecuménico Vaticano II, Lumen Gentium, 12; Comisión
Teológica Internacional, El sensus fidei en la vida de la Iglesia, 30-40).
Quisiera recordar un momento en la historia de la Iglesia,
que muestra cómo la esperanza puede venir de la capacidad del pueblo de
intuir. En el siglo IV, en Milán, la Iglesia estaba desgarrada por grandes
conflictos y la elección del nuevo obispo se estaba convirtiendo en un
verdadero tumulto. Intervino la autoridad civil, el gobernador Ambrosio, que
con una gran capacidad de escucha y mediación devolvió la calma. El relato
cuenta que entonces una voz de niño se alzó gritando: “¡Ambrosio obispo!”. Y
así también todo el pueblo pidió: “¡Ambrosio obispo!”.
Ambrosio ni siquiera estaba bautizado, era solo un
catecúmeno, es decir, se preparaba para el Bautismo. Sin embargo, el pueblo
intuyó algo profundo de este hombre y lo eligió. Así la Iglesia tuvo uno de
sus obispos más grandes, y un doctor de la Iglesia.
Al principio Ambrosio no quiso, incluso huyó. Luego
comprendió que aquello era una llamada de Dios, entonces se dejó bautizar y
ordenar obispo. ¡Y se convirtió en cristiano siendo obispo! ¿Ven qué gran
regalo hicieron los pequeños a la Iglesia? También hoy esta es una gracia que
pedir: ¡convertirse en cristianos mientras se vive la llamada recibida!
¿Eres mamá, eres papá? Vuélvete cristiano como mamá y papá.
¿Eres empresario, obrero, maestro, sacerdote, religiosa? Vuélvete cristiano en
tu camino. El pueblo tiene este “olfato”: comprende si nos estamos volviendo
cristianos o no. Y puede corregirnos, puede indicarnos la dirección de Jesús.
San Ambrosio, con los años, devolvió mucho a su pueblo. Por
ejemplo, inventó nuevas formas de cantar salmos e himnos, de celebrar, de
predicar. Él mismo sabía intuir, y así la esperanza se multiplicó. Agustín
fue convertido por su predicación y fue bautizado por él. Intuir es una
forma de esperar, ¡no lo olvidemos!
También así Dios hace avanzar a su Iglesia, mostrándole
nuevos caminos. Intuir es el olfato de los pequeños para el Reino que viene.
¡Que el Jubileo nos ayude a hacernos pequeños según el Evangelio para intuir y
servir los sueños de Dios! Fuente: Aciprensa.com Imagen de Vatican. Va