Evangelio sábado 14 de septiembre
2024
Padre, Jairo Yate Ramírez.
Arquidiócesis de Ibagué
El hombre bueno, de la bondad que
atesora en su corazón saca el bien, y el que es malo, de la maldad saca el mal;
porque de lo que rebosa del corazón lo habla la boca. ¿Por qué me llamáis
“Señor, Señor”, ¿y no hacéis lo que digo?” °°° Lucas 6, 43-49.
Escuchar
y llevar a la práctica las recomendaciones del Maestro da como resultado aquel
discípulo que construye su vida sobre la Palabra de su señor. Quien desee
gozar de la dicha del Señor, debe aprender primero a hacer la voluntad de Dios;
a escuchar su Palabra, a recibir su Palabra, a contemplar su Palabra, pues, el
mismo Dios indica que quien escuche su Palabra y la ponga en práctica será como
aquel que edificó su casa sobre la roca; en otras palabras, acepta la mediación
de Dios, se deja aconsejar, se deja iluminar por el Espíritu del Señor.
Aprendamos
a edificar nuestras vidas sobre la roca firme, sobre la Palabra del Señor,
que es alimento, que es vida, que es sabiduría, que es Gracia, es perdón, es
milagro, es fuerza que finiquita cualquier mal. La Palabra de Dios, debe ser
para cada uno de nosotros, la fuente principal para adentrarnos en el Misterio
de Dios; el punto de reflexión para edificar nuestra personalidad; el medio por
el cual navegan nuestros sentimientos, nuestros afectos, nuestros deseos,
nuestras esperanzas, nuestro caminar.
Un
excelente hombre que aprendió a escuchar y obedecer la voz de Dios, es un gran
ejemplo de aquel que condujo al pueblo de Israel hacia la tierra prometida.
Es conocido como el gran legislador. Su nombre es Moisés y le enseñó a la
humanidad la importancia de combinar simultáneamente el escuchar y obedecer.
Dios le dijo al gran legislador:
“Tienen
razón; suscitaré un profeta de entre sus hermanos, como tú. Pondré mis palabras
en su boca, y les dirá lo que yo le mande. A quien no escuche las palabras que
pronuncie mi nombre, yo le pediré cuentas. Y el profeta que tenga la arrogancia
de decir en mi nombre lo que yo no le haya mandado, o hable en nombre de dioses
extranjeros, ese profeta morirá”. (Deuteronomio 18, 15-20).
SI DESEAS ESCUCHAR EL AUDIO DE ESTA REFLEXIÓN
HAZ CLICK AQUÍ