Padre, Jairo Yate Ramírez.
Arquidiócesis de Ibagué
“Un sábado,
Jesús entró en la sinagoga y comenzó a enseñar. Había allí un hombre que tenía
la mano derecha paralizada. Los escribas y los fariseos observaban atentamente
a Jesús para ver si sanaba en sábado, porque querían encontrar algo de qué
acusarlo. Pero Jesús, conociendo sus intenciones, dijo al hombre que tenía la
mano paralizada: “Levántate y quédate de pie delante de todos”. Él se levantó y
permaneció en pie.
Luego les dijo: “Yo les pregunto:
¿Está permitido en sábado, hacer el bien o el mal, salvar una vida o perderla?”
Y dirigiendo una mirada a todos, dijo al hombre: “Extiende tu mano”. Él la
extendió y su mano quedó sana. Pero ellos se enfurecieron, y deliberaban entre
sí para ver qué podían hacer contra Jesús.” Lucas 6, 6-11.
Los
milagros son un excelente motivo para educar y formar a todo creyente, en la
vivencia correcta de la fe. En ningún momento debemos supeditar la fe a las
leyes que los hombres creen que taxativamente se deben cumplir. El Hijo de Dios
pregunta: “Qué está permitido, hacer el bien o hacer el mal. Salvar o dejar
perder” Cuando la ley de Dios no la centramos en la persona, en las necesidades
de los demás, en la dignidad de cada uno, caemos
en la tentación de vivir una religión hipócrita como lo demuestra
Jesucristo a todos aquellos que viven demasiado apegados a las leyes.
Una
persona que supedita la fe a la ley es un evangelizador muy equivocado.
Quien se convierte en juez legalista de los demás, descuida lo esencial de una
religión, que es el amor, la justicia, la caridad y la misericordia con los demás.
Muchas personas le cierran las puertas a los demás, le hacen mal a los demás,
discriminan a los demás, porque viven una religión Farisaica y no con el modelo
que el Salvador del mundo la enseñó.
El
Papa Francisco enseña que las actitudes mundanas y formalismos legalistas,
contaminan la religión. Dice el santo Padre: “Un hombre o una mujer que
vive en la vanidad, en la avaricia o en la soberbia y al mismo tiempo se hace
ver como religioso, e incluso llega a condenar a los demás, es un
hipócrita".
Jesús
replica a escribas y fariseos con estas palabras: "Bien ha dicho el
profeta Isaías de vosotros, hipócritas, como está escrito: 'Este pueblo me
honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. En vano me rinden culto enseñando doctrinas que son preceptos humanos'
"Jesús quiere sacudir a los escribas y fariseos del error en el que habían
caído, es decir, el de manipular la voluntad de Dios descuidando sus
mandamientos”. (cfr. Ángelus, 2 de septiembre, 2018).
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