Padre, Jairo Yate Ramírez.
Arquidiócesis de Ibagué
“Cuando
Jesús volvía de la región de Tiro, pasó por Sidón y fue hacia el mar de Galilea,
atravesando el territorio de la Decápolis. Entonces le presentaron a un
sordomudo y le pidieron que le impusiera las manos. Jesús lo separó de la
multitud y, llevándolo aparte, le puso los dedos en las orejas y con su saliva
le tocó la lengua.
Después,
levantando los ojos al cielo, suspiró y le dijo: “Efatá”, que significa:
“Ábrete”. Y enseguida se abrieron sus oídos, se le soltó la lengua y comenzó a
hablar normalmente.
Jesús les mandó insistentemente que
no dijeran nada a nadie, pero cuanto más insistía, ellos más lo proclamaban y,
en el colmo de la admiración, decían: “Todo lo ha hecho bien: hace oír a los
sordos y hablar a los mudos”. Marcos 7, 31-37.
Jesucristo
propone sanación, liberación, perdón, incardinación del pecador nuevamente a su
comunidad. Los milagros que el Maestro concede a quienes lo solicitan desde
el ambiente de su fe, se convierten en profundas enseñanzas de fe, de vida
cristiana, de sentimiento común, de misericordia con las demás personas.
Los
distintos momentos pretenden evangelizar, formar la comunidad, insistir en el
bien común. El Hijo de Dios evita que cualquier milagro se convierta en
populismo, fantasía, poder de alguien sobre los demás.
Razón suficiente por la cual los milagros del Enviado de Dios, traen
advertencias como: “No le digas a nadie” “Vete y no lo vuelva a hacer” “Ve
y preséntate ante los sacerdotes” “Si ya estás curado, por qué estás creando
escándalo” “Que se cumpla según tu fe”.
El milagro es y seguirá siendo la acción bondadosa y misericordiosa de Dios.
Quien recibe la acción noble de Dios, se
convierte en un apóstol de la bondad divina. El ideal de un buen creyente, es
llegar algún día en que la comunidad le diga “Todo lo hace bien” y ¿por qué lo
dirá? Porque enseñó y vivió una religión centrada en el amor y el sentido
común.
El
Papa Francisco nos enseña que debemos maravillarnos antes los milagros. Nuestra
vida está llena de milagros. Son muchos los momentos que recibimos milagros
de Dios. Para comprender la grandeza del amor se requiere “humildad” Dios se
revela liberando y sanando al hombre con un amor gratuito que salva.
Por esto
Jesús alaba al Padre, porque su grandeza consiste en el amor y no actúa nunca
fuera del amor” Los milagros son las
grandes cosas de Dios y no un espectáculo. (cfr. Ángelus, 9 de julio,
2023).
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