Evangelio lunes 2 de septiembre
2024
Padre, Jairo Yate Ramírez.
Arquidiócesis de Ibagué
«El Espíritu del Señor está sobre
mí, porque me ha consagrado por la unción. Él me envió a llevar la Buena
Noticia a los pobres, a anunciar la liberación a los cautivos y la vista a los
ciegos, a dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del
Señor».
Jesús cerró el Libro, lo devolvió al
ayudante y se sentó. Todos en la
sinagoga tenían los ojos fijos en Él. Entonces comenzó a decirles: “Hoy se ha
cumplido este pasaje de la Escritura que acaban de oír”.” Lucas 4, 16-30.
Jesucristo
presenta el programa de su misión y presencia en medio de la comunidad. Su
interés está centrado en cada persona, en la dignidad del ser humano, en el
anuncio de lo que significa la Buena Nueva para todos los que crean en Él. El
Hijo de Dios enseña a los cautivos el camino seguro para vivir en libertad.
El Salvador
del mundo, sana las personas, perdona los pecados, libera a todo aquel que esté
presionado por un espíritu inmundo. El Nazareno llegó para plantear un nuevo
sistema de vida basado en el amor, la justicia, el perdón y la buena
convivencia de hombres y mujeres como hermanos.
Hombres y mujeres debemos
acostumbrarnos a vivir según el Espíritu de la Palabra de Dios. No existe la posibilidad de creer y vivir
en el contexto de una religión y desconocer los parámetros que Dios le ha
propuesto a la humanidad. Quien cree en Dios debe recordar siempre que la
misión del Maestro no es la de condenar, sino la de salvar a la humanidad.
(cfr. Juan 12, 47). El creador del mundo le encomendó a cada persona trabajar y
cuidar la obra divina. (cfr. Génesis 2, 15).
La
caridad es el criterio fundamental para que puedan vivir en paz y en armonía
hombres y mujeres. La caridad debe inspirar nuestro vivir y motivar nuestro
obrar. El espíritu del Evangelio de
Jesús es eminentemente antropológico. Dice el Maestro: “Este pasaje de la
Escritura se ha cumplido al escucharlo hoy ustedes”. (Lucas 4, 21).
Las
palabras del Maestro no se quedan en el aire, no son presupuesto de una
oratoria; son palabras de vida, orden social, caridad expresada en el amor y la
hermandad. El Papa Francisco enseña que
el mundo necesita que se dejen guiar según el Espíritu Santo, que sigan la
lógica de la fe, que se dediquen al servicio sin exclusiones, que acojan la
voluntad del Padre y que den testimonio a los demás”. (cfr. Ángelus, 3 de
febrero, 2019).
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