Evangelio jueves 6 de febrero 2025
Padre, Jairo Yate Ramírez. Arquidiócesis de Ibagué
Les dijo: “Permanezcan en la casa
donde les den alojamiento hasta el momento de partir. Si no los reciben en un
lugar y la gente no los escucha, al salir de allí, sacudan hasta el polvo de
sus pies, en testimonio contra ellos”.
Entonces fueron a predicar,
exhortando a la conversión; expulsaron a muchos demonios y sanaron a numerosos
enfermos, ungiéndoles con óleo.” Marcos 6, 7-13.
El Hijo de Dios en un corto, sabio y
profundo manual, logra sintetizar en qué consiste la misión que Él desea. Cómo
se logra el éxito. Cuáles son las reglas de comportamiento. En pocas palabras,
la misión consiste exactamente en hacer “Lo que el Maestro manda” (Juan 15,
14).
Las
reglas de comportamiento son base necesaria para lograr el cumplimiento de la
misión. La primera: Trabajar en comunidad. Aprender a vivir
en comunidad. Mirar a los demás como hermanos de la comunidad y compañeros en
la misión. La segunda: Todos los poderes, talentos, carismas, cualidades, virtudes, deben estar al servicio
estrictamente de la misión.
Ningún
talento debe funcionar por fuera de la misión. La tercera: La virtud del desprendimiento. Sin ella es imposible estar en la
misión. Un buen ejemplo del desprendimiento es meditar lo que la Escritura
enseña: “memento quod pulvis es et in pulverem reverteris” (Recuerda que eres
polvo y en polvo te has de convertir”. (Génesis 3, 19). Quien sabe lo que es,
gracias al creador, nunca caerá en la tentación de apegarse a las cosas de este
mundo. (cfr. 1 Corintios 7, 31).
El
enviado prolonga la obra de su Maestro. Un discípulo de Cristo es una persona
que debe tener conciencia de su propio ser, no es algo que se le puede
ocurrir al azar, sino que la “persona madura constantemente en el conocimiento,
amor y seguimiento de Jesús Maestro, profundiza en el ministerio de su persona,
de su ejemplo y de su doctrina.
El
Papa Francisco recomienda que cada cristiano y cada bautizado discierna cuál es
el camino que el Señor le pide: “Todos somos invitados a aceptar este
llamado: salir de la propia comodidad y atreverse a llegar a todas las
periferias que necesitan la luz del Evangelio” (Exhortación Apostólica, Evangelii
Gaudium 20).
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