Padre, Jairo Yate Ramírez. Arquidiócesis de Ibagué
Después de
bajar con ellos, se paró en una llanura con un grupo grande de discípulos y una
gran muchedumbre del pueblo, procedente de toda Judea, de Jerusalén y de la
costa de Tiro y de Sidón. Él, levantando los ojos hacia sus discípulos, les
decía: «Bienaventurados los pobres, porque vuestro es el reino de Dios. Bienaventurados
los que ahora tenéis hambre, porque quedaréis saciados. Bienaventurados los que
ahora lloráis, porque reiréis.
Bienaventurados vosotros cuando os
odien los hombres, y os excluyan, y os insulten y proscriban vuestro nombre
como infame, por causa del Hijo del hombre. Alegraos ese día y saltad de gozo,
porque vuestra recompensa será grande en el cielo. Eso es lo que hacían
vuestros padres con los profetas.
Pero ¡ay de vosotros, los ricos,
porque ya habéis recibido vuestro consuelo! ¡Ay de vosotros, los que estáis
saciados, porque tendréis hambre! ¡Ay de los que ahora reís, porque haréis
duelo y lloraréis! ¡Ay si todo el mundo habla bien de vosotros! Eso es lo que
vuestros padres hacían con los falsos profetas.” Lucas 6, 17. 20-26.
El
Hijo de Dios propone un programa de vida para todos aquellos que creen en Él y
desean seguirlo. El Maestro enseña los fundamentos de la misión y serán
bienaventurados aquellos que puedan cumplirlo. El Nazareno advierte la tristeza y el desconsuelo de aquellos que no
pudieron cumplir la misión porque eligieron el camino equivocado: “¡ay de
vosotros, los ricos, porque ya habéis recibido vuestro consuelo! ¡Ay de
vosotros, los que estáis saciados, porque tendréis hambre! La misión funciona
con un programa de vida.
El
Papa san Pablo VI enseñaba: Jesús nos presenta un nuevo estilo de vida,
inspirado en el amor, la paz, la justicia, el servicio, el perdón. Es lo que llamamos el Reinado de Dios,
expresado por Jesucristo en las BIENAVENTURANZAS. Consiste en establecer un “mundo nuevo, un
nuevo estado de cosas, una nueva manera de ser, de vivir juntos, que inaugura
el Evangelio”. (Encíclica, anuncio del Evangelio, 23).
Las
bienaventuranzas son la carta de navegación para una sociedad gobernada en el
nombre de Dios. Su sabia enseñanza es: la obediencia, el respeto, la
prudencia, la humildad, la tolerancia a las críticas; siempre buscando el
consenso. Seguir al Maestro implica el sacrificio y el desprendimiento. (cfr.
Mateo 16, 24-25). Que cada persona asuma
su cruz, para que pueda hacer la voluntad de Dios.
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