Evangelio miércoles 26 de febrero 2025
Padre, Jairo Yate Ramírez. Arquidiócesis de Ibagué
“Juan le
dijo a Jesús: “Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu Nombre,
y tratamos de impedírselo porque no es de los nuestros”.
No
a las tentaciones que impidan la construcción del Reino de Dios. Para no
caer en dichas tentaciones nos sirve el siguiente lema bíblico: “Solo a Dios le
corresponde, la grandeza, el poder, la gloria, el esplendor. A Dios le
pertenece todo lo que existe en el cielo y en la tierra.” (1 Crónicas 29, 11).
Después de que el Hijo de Dios instaura el Reino de su Padre, propone una
Iglesia en misión, al servicio de la comunidad, con una excelente diversidad de
carismas y dones. A muchos creyentes se
les ocurrió impedir y manipular los asuntos de Dios.
Aparecieron
tentaciones como: Hay personas que creen que ellas solo saben la verdad.
Otras personas creen que solo ellas tienen el poder. Otro grupo de personas
apoyados en la religión quieren controlar la vida de los demás. Todas son tentaciones
que han ido limitando las bondades que ofrece Dios a través de todos aquellos
que Creen en Él. El mismo Dios tiene la respuesta: “No impidan a nadie que haga el bien en mi nombre”. (Marcos 9, 39).
El
buen consejo bíblico para combatir la tentación del poder y de creer que se
debe controlar a las demás personas, es el servicio. La Iglesia fue fundada
para cumplir la misión de prestar un servicio a la comunidad en nombre de Dios.
El servicio es considerado, una virtud,
una gracia, una vocación. Lo que más desea Dios es que todos los que creen
y lo siguen a Él tengan una buena conciencia que sus dones, talentos,
sabiduría, están para el servicio de la sociedad. Bien lo afirmaba el
Evangelista: “Somos unos siervos, hemos hecho lo que debíamos hacer” (Lucas 17,
7-10).
El
Papa Benedicto XVI promulgó el Motu Proprio sobre el “El Servicio de la
Caridad”, en el que expresa que la naturaleza íntima de la Iglesia se
expresa en la triple tarea de anunciar la Palabra de Dios, la celebración de
los Sacramentos y el servicio de la caridad.
Mientras el mundo se imagina que lo
grande es el poder, el máximo saber, el tener; el Hijo de Dios llega con tanto poder, que su Mesianismo lo traduce en
servicio y caridad social. (cfr. Encíclica, Deus Caritas est, 25)
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