Evangelio viernes 21 de febrero 2025
Padre, Jairo Yate Ramírez. Arquidiócesis de Ibagué
“Jesús, llamando a la multitud,
junto con sus discípulos, les dijo: “El que quiera venir detrás de mí, que
renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Porque el que quiera
salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí y por la Buena
Noticia, la salvará.
Porque si alguien se avergüenza de
mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, también el Hijo
del hombre se avergonzará de él cuando venga en la gloria de su Padre con sus
santos ángeles”. Marcos 8, 34 – 9, 1
Aprendemos
a ser discípulos misioneros pensando al estilo de Dios. El primer paso,
siguiendo las huellas del Maestro de Nazareth. El segundo paso, tomando
conciencia que el camino hacia la eternidad exige sacrificio, perseverancia y
dedicación. El tercer paso, estando atento para que las ofertas de este mundo
no superen los consejos sabios de Dios.
Intentemos
pensar como lo haría Dios: Jesús, Hijo de Dios Padre, continúa la obra de la
perfección, siguiendo las huellas de Aquel que lo envió. El mismo es
consciente de su propia misión, que no puede ser otra diferente a la de su
Padre: “Aquí estoy oh Dios para hacer tu voluntad”.
Seguir las huellas del Maestro. todo
discípulo ha de aprender a cargar la cruz de cada día; pero no se trata de
una cruz que revela simplemente sufrimiento y dolor (como cuando decimos “esta
es la cruz que me tocó llevar”), sino que demuestra sobre todo la capacidad de
amar al prójimo hasta el extremo de dar la vida por él. (cfr. 1 de Juan 3, 16).
El
Salvador del mundo habla con mucha claridad: No son suficientes los buenos
propósitos, se hace necesario demostrarlo con las obras concretas. La
puerta es estrecha. Antes de que la puerta se nos cierre en nuestra vida, es
definitivo, sostenerse en la fidelidad, el sacrificio, la perseverancia, la
dedicación °°° Dice la Escritura: “La fe sin obras está muerta” (Santiago 2,
14-26); “Por los frutos se conocen las personas” (Mateo 7, 17-20); “El Hijo de
Dios pagará según nuestra conducta” (Mateo 16, 27).
Es
importante estar atentos a no dejarse llevar por las ofertas del mundo. El Papa
Francisco dice: “La mundanidad anestesia el alma”. mientras el alma de una
persona se incline más hacia lo mundano, lo material, lo placentero; no podrá
comprender la situación de los demás: “la mundanidad transforma las almas, hace
perder la conciencia de la realidad: viven en un mundo artificial, hecho por
ellos. (cfr. Homilía, 5 de marzo, 2015).
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