DIOS ES QUIEN OFRECE LA SALVACIÓN Dios vino a salvar, no a condenar Evangelio miércoles 29 de octubre 2025 Padre, Jairo Yate Ramírez. Arquidiócesis de Ibagué
“Jesús iba
enseñando por las ciudades y pueblos, mientras se dirigía a Jerusalén. Una
persona le preguntó: “Señor, ¿es verdad que son pocos los que se salvan?”Él respondió:
“Traten de entrar por la puerta estrecha, porque les aseguro que muchos querrán
entrar y no lo conseguirán. En cuanto el dueño de casa se levante y cierre la
puerta, ustedes, desde afuera, se pondrán a golpear la puerta, diciendo:
«Señor, ábrenos». Y Él les responderá: «No sé de dónde son ustedes».
Entonces comenzarán a decir: «Hemos comido y bebido contigo, y Tú enseñaste
en nuestras plazas». Pero Él les dirá: «No sé de dónde son ustedes; ¡apártense
de mí todos los que hacen el mal! Allí habrá llantos y rechinar de dientes,
cuando vean a Abraham, a Isaac, a Jacob y a todos los profetas en el Reino de
Dios, y ustedes sean arrojados afuera.
Y vendrán muchos de Oriente y de Occidente, del Norte y del Sur, a ocupar
su lugar en el banquete del Reino de Dios. Hay algunos que son los últimos y
serán los primeros, y hay otros que son los primeros y serán los últimos”. Lucas 13, 22-30
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https://youtu.be/upVUd0cVvz0
La salvación viene de Dios, es de
Dios, solo Dios ofrece salvación para la humanidad. El Salvador del mundo
propone medios para la salvación. Por
ejemplo: “Traten de entrar por la puerta estrecha, porque les aseguro que
muchos querrán entrar y no lo conseguirán.” (Lucas 13, 22). ¿En qué consiste la
puerta estrecha? El sacrificio, la
perseverancia, la dedicación, la penitencia, el perdón. Para Dios es muy
importante que la persona demuestre su capacidad de conversión, su capacidad de
perdonar y olvidar, su capacidad de no ser juez de los demás, su no definitivo
a la soberbia humana.
Con motivo de la celebración de
los 1700 años del Concilio ecuménico de Nicea (325 – 2025). Nuestra iglesia
Católica nos propone pensar en Jesucristo el Hijo de Dios, el Salvador. Proclamar
a Jesús como nuestra Salvación, tal como se profesa en el símbolo
Niceno-Constantinopolitano, requiere ante todo dejarnos asombrar por la
inmensidad de Cristo para que todos queden maravillados.”
“El anuncio de Jesús, nuestra
Salvación, no es una batalla, sino una configuración con Cristo, aquel que
miraba con amor y compasión a quienes encontraba (Marcos 10, 21; Mateo 9,36) y
se dejaba guiar por otro, por el Espíritu del Padre. El anuncio será fructífero
si es Cristo quien actúa en nosotros”.
El Papa Benedicto XVI nos recordó
que somos salvados por la Esperanza. “Spe Salvi Facti Sumus”. Se nos ofrece la
salvación en el sentido de que se nos ha dado la esperanza, una esperanza
fiable, gracias a la cual podemos afrontar nuestro presente: el presente,
aunque sea un presente fatigoso, se puede vivir y aceptar si lleva hacia una
meta”. (cfr. Encíclica, Spe Salvi, 1)
https://youtu.be/upVUd0cVvz0
