20 de octubre de 2025

HUMILDAD, SENCILLEZ Y PACIENCIA Evangelio martes 21 de octubre 2025


HUMILDAD, SENCILLEZ Y PACIENCIA
EN LA VIDA CRISTIANA       
Evangelio martes 21 de octubre 2025
Padre, Jairo Yate Ramírez. Arquidiócesis de Ibagué
Jesús dijo: «Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por haber ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a los pequeños. Sí, Padre, porque así lo has querido. Todo me ha sido dado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo sino el Padre, así como nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.
 
Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré. Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de corazón, y así encontrarán alivio. Porque mi yugo es suave y mi carga liviana.” Mateo 11, 25-30
 
 La soberbia no es buena compañía para cumplir con la misión que Dios encomienda a todos aquellos que desean seguirlo. Jesucristo propone la humildad y la sencillez del espíritu para contrarrestar la arrogancia de muchos seres humanos.

 El Papa Francisco propone pensar en la humildad como la puerta de entrada para todas las virtudes. “Mientras que el orgullo y la soberbia hinchan el corazón humano, haciéndonos aparentar más de lo que somos, la humildad devuelve todo a su justa dimensión".
 
   La humildad está presente en todo el Evangelio, incluso en sus primeras páginas, el ángel Gabriel anuncia el próximo nacimiento de Jesús no en Jerusalén, sino en la pequeña ciudad de Nazaret en Galilea, "sin embargo, desde allí renace el mundo".
 
            La humildad de María Santísima "es su fuerza invencible; es ella quien permanece al pie de la cruz mientras se hace añicos la ilusión de un Mesías triunfante. La humildad es lo que "nos salva del maligno y del peligro de convertirnos en sus cómplices". (cfr. Audiencia, 23 de mayo, 2024).
 
            La paciencia se puede combinar perfectamente con la humildad. Una persona paciente soporta muy bien las dificultades de la vida y de su propia misión. La humildad le ayuda a reconocer sus propias limitaciones. Al contrario, una persona orgullosa difícilmente conserva la paciencia y no entiende el ser de los demás.
 
El apóstol san Pablo recomienda que aprendamos a convivir con los demás con toda humildad, con mansedumbre, con paciencia, tolerantes los unos con los otros (Efesios 4, 2). Jesucristo dice: Aprendan de mí. Mi yugo es llevadero y mi carga ligera. (Mateo 11, 30). Al fracaso lo precede la soberbia, a los honores los precede la humildad. (Proverbios 18, 12). San Francisco de Sales decía: “Ten paciencia con todas las cosas, sobre todo contigo mismo”.
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https://youtu.be/2NQTxw_oOSE