Padre, Jairo Yate Ramírez.
Arquidiócesis de Ibagué
“Jesús tomó
la palabra y dijo: Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y Yo
los aliviaré.
¿Cuál
es la verdadera hermenéutica de la Palabra de Dios? La pregunta es válida, porque la sorpresa del
Salvador del mundo, cuando inició su ministerio, es que la misma Palabra divina
era utilizada para condenar a las personas, para cerrar las puertas a otra
posibilidad, para impedir la expresión libre de cada persona, para someter las
personas en la sociedad y obligarlas a creer que una enfermedad era motivo de
discriminación. En fin, la Palabra en lugar de liberar, sanar y abrir
caminos de esperanza, se había convertido en “Yugo”.
De acuerdo a la lengua latina, el
término, Yugo, en su raíz “Iugum” garganta. Puede ser sinónimo de tiranía,
carga, atadura, servidumbre. Existen personas que han logrado su felicidad,
porque pudieron liberarse de algún Yugo. Por ejemplo, una persona le dice a
otra: “libérate de ese Yugo”. Dios le propone a la humanidad un nuevo estilo de
vida: “Un yugo llevadero y una carga ligera. (Mateo 11, 30).
Es
importante entender, cómo Jesucristo asume nuestras cargas, nuestros momentos
difíciles y nos ayuda a sobrellevar el “Yugo” de la vida. Simón de Cirene
ayudó al Maestro a llevar la Cruz. Para Jesucristo es mucho más importante
ayudar, que imponerle un yugo a las demás personas. Quitar el Yugo significa
liberarse de la esclavitud, de la explotación, de la opresión. Dios le recuerda
a su pueblo, que Él los sacó del país de Egipto para que no fueran esclavos y
salieran con la cabeza en alto. (Levítico 26, 13).
El apóstol san Pablo recuerda a los
que viven en Galaxia que deben vivir de acuerdo a la libertad que Cristo les
dio y no vivir sujetos al Yugo de la esclavitud. (cfr. Gálatas 5, 1). El Papa Francisco enseña que cuando nos
dejamos atraer por propuestas engañosas, pasando de la libertad a la esclavitud:
de la presencia liberadora de Jesús a la esclavitud del pecado, del legalismo,
etc.
También hoy
el legalismo es un problema nuestro, de muchos cristianos que se refugian en el
legalismo, en la casuística. Nunca se
puede forzar en el nombre de Jesús, no se puede hacer a nadie esclavo en nombre
de Jesús que nos hace libres. La libertad es un don que se nos ha dado en
el bautismo. (cfr. Audiencia, 6 de octubre, 2021).
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