Padre, Jairo Yate Ramírez.
Arquidiócesis de Ibagué
La
Santísima Virgen ocupa un lugar privilegiado en la historia de la salvación.
Dios le concedió la gracia de ser modelo de madre, intercesora, corredentora.
Modelo perfecto de la fe. El camino que nos lleva hacia Dios. Sus apariciones
muestran la bondad y el deseo de Dios, porque haya una buena comunicación entre
los creyentes y el creador. María siempre intercediendo por la humanidad.
Nuestra
Señora del Rosario de Chiquinquirá es la patrona de Colombia. El Papa Pío
VII concede a nuestro país esta advocación mariana con su fiesta litúrgica. El
Papa Pío X ordena la coronación canónica de nuestra señora. El Papa Pío XI
declara basílica el santuario de nuestra señora, en 1927. El mismo cuadro
expresa los sentimientos divinos:
La Virgen María aparece vestida con
una túnica de color rosado y un manto azul. En su mano izquierda sostiene la
camándula y en su mano derecha, sostiene al Niño Jesús. Acompañan en dicha
pintura a la Virgen María: san Antonio de Padua y san Andrés apóstol.
El Papa san Juan XXIII pidió al
Nuncio apostólico en Colombia, oraciones ante la Virgen del Rosario por el
éxito del Concilio Vaticano II. San Juan Pablo II como segundo pontífice en
visitar Colombia en el año 1986 Consagró el país a la Virgen María y pidió el
don inestimable de la paz.
Nuestra
madre del cielo es un excelente modelo de aquella persona que escucha la
Palabra de Dios. Quien cree en la Palabra de Dios. Aquel creyente que
siempre pone en práctica la Palabra de Dios. El Maestro de Nazareth advierte:
“Dichosa aquella persona que escuche y ponga en práctica la Palabra de su
Señor”. Escuchar y obedecer es el ejercicio completo en una persona de fe.
María
Santísima escucha y va asimilando progresivamente la Palabra de Dios desde el
ambiente de su fe. Es muy importante escuchar, meditar, tomarse el tiempo
necesario y dar una respuesta. La Virgen María cumplió e hizo la voluntad de
Dios, gracias a su fe disponible, humilde y obediente. María, escucha, acoge y
medita la Palabra de Dios.
María lleva
al culmen su misión cuando decide que su vida será hacer la voluntad de Dios,
de acuerdo a su santa Palabra. Dice la madre del cielo: “Hágase en mí según tu
Palabra”. (Lucas 1, 38).
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