Padre, Jairo Yate Ramírez.
Arquidiócesis de Ibagué
“Jesús
salió de la casa y se sentó a orillas del mar. Una gran multitud se reunió
junto a Él, de manera que debió subir a una barca y sentarse en ella, mientras
la multitud permanecía en la costa. Entonces Él les habló extensamente por
medio de parábolas. Les decía: “El sembrador salió a sembrar. Al esparcir
semillas, algunas cayeron al borde del camino y los pájaros las comieron.
Otras cayeron en terreno pedregoso,
donde no había mucha tierra, y brotaron en seguida, porque la tierra era poco
profunda; pero cuando salió el sol, se quemaron y, por falta de raíz, se
secaron. Otras cayeron entre espinas, y éstas, al crecer, las ahogaron. Otras
cayeron en tierra buena y dieron fruto: unas cien, otras sesenta, otras
treinta.
¡El que
tenga oídos, que oiga!”. Mateo 13, 1-9
Aprendemos
a discernir según la voluntad de Dios. El Salvador del mundo se vale de una
excelente pedagogía como son las parábolas para enseñarnos a discernir, saber
elegir, poder entender, tomar el camino correcto. Lo primero que debemos
saber es que el discernimiento es gracia
de Dios, es un acto de la inteligencia, es un acto de la voluntad.
El apóstol
san Pablo recomienda: “Que cada persona discierna lo que es la voluntad de
Dios: lo bueno, lo que agrada, lo perfecto”. (Romanos 12, 2). Aprendemos a discernir dejándonos guiar por
el Espíritu de Dios y permitiendo que la inteligencia se adapte a la voluntad.
Lo segundo que debemos saber, es que
existe una variedad de ejemplo bíblicos
para discernir lo que quiere Dios, lo que debe hacer el ser humano, dónde
está el secreto, etc. Por ejemplo: Discernir según las parábolas del sembrador,
el trigo, el grano de mostaza, la levadura, el tesoro escondido en el campo, la
perla del mercader, etc. Cada parábola tiene su mensaje. Nos convertimos en
discípulos misioneros de Jesucristo cuando hacemos su voluntad, y cumplimos ese
sabio mandato: “Si se mantienen en mi Palabra, serán verdaderamente mis
discípulos”. (Juan 8, 31). (cfr. Juan
15, 9-17).
El
Papa Benedicto XVI enseña que la voluntad de Dios es un camino de sabiduría,
para discernir el bien y el mal con libertad; y así poder llegar a la vida
eterna. (Ángelus, 13 de febrero 2011). Nuestra misión consiste en: Decir, vivir, hacer, lo que dijo y lo que
hizo Jesús de Nazareth. Eso es discernir. “Vayan y proclamen el Reino de Dios”
(cfr. Mateo 10. 7-13).
El secreto
para ser un buen sembrador de la Palabra de Dios es que cada persona tenga una
actitud muy positiva cuando reciba el Evangelio en su corazón.
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