Evangelio domingo 7 de julio 2024
Padre, Jairo Yate Ramírez.
Arquidiócesis de Ibagué
“Jesús se
dirigió a su pueblo, seguido de sus discípulos. Cuando llegó el sábado, comenzó
a enseñar en la sinagoga, y la multitud que lo escuchaba estaba asombrada y
decía: “¿De dónde saca todo esto? ¿Qué sabiduría es esa que le ha sido dada y
esos grandes milagros que se realizan por sus manos? ¿No es acaso el
carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago, de José, de Judas y de
Simón? ¿Y sus hermanas no viven aquí entre nosotros?” Y Jesús era para ellos un
motivo de escándalo.
Por eso les dijo: “Un profeta es
despreciado solamente en su pueblo, en su familia y en su casa”. Y no pudo
hacer allí ningún milagro, fuera de sanar a unos pocos enfermos, imponiéndoles
las manos. Y Él se asombraba de su falta de fe. Jesús recorría las poblaciones
de los alrededores, enseñando a la gente.” Marcos 6, 1-6.
La
incredulidad es el obstáculo que le impide a una persona recibir la Gracia de
Dios, conocer el misterio de Dios, gozar de tantas bondades de Dios,
aprender a pensar según la sabiduría de Dios. Nuestro Catecismo en la Iglesia
Católica nos enseña que la incredulidad es el menosprecio de la verdad.
Existen varias formas de pecar
contra la fe. Por ejemplo: La duda voluntaria, rechaza por verdadero lo que
Dios ha revelado. La duda involuntaria, vacila la persona en creer, no puede
superar las objeciones. La herejía, es la negación pertinaz. La apostasía es la
negación total de la fe. El cisma, es el rechazo de la sujeción al sumo
Pontífice. (cfr. Numerales 2087 – 2089).
El capítulo once de la carta a los
Hebreos nos ofrece una buena lección sobre lo que es nuestra fe, los grandes
modelos de fe y las consecuencias de aquellos que rechazan la fe. En cuanto a la fe, es la certeza de lo que no podemos
ver. Abraham es excelente modelo de fe. Por la fe Henoc fue trasladado al
cielo. Pero si no existe la fe o se rechaza lo que tiene que ver con la fe. La
Escritura advierte: “Sin la fe es imposible agradar, nadie se acerca a Dios, si
antes no cree que existe y que recompensa a los que lo buscan”. (Hebreos 11,
1-6).
La
incredulidad se convierte en un escándalo ante la obra de Dios. El Hijo de Dios
no pudo realizar muchos milagros en Nazaret, porque la pobreza de la fe de
sus gentes lo convirtió en un escándalo (Marcos 6, 1-6). Jesús despierta la
admiración de sus contemporáneos, por la novedad de su enseñanza y por la
autoridad con que la expone; suscita estupor por el poder con que manda a los
espíritus malignos que tiranizan al hombre.
Bienaventurada será aquella persona que pueda
creer. El Papa
Francisco recomienda la buena oración para salir del estado de incredulidad.
(cfr. Homilía, 20 de mayo, 2013).
SI DESEAS ESCUCHAR EL AUDIO DE ESTA REFLEXIÓN
HAZ CLICK AQUÍ