Evangelio jueves 11 de julio 2024
Padre, Jairo Yate Ramírez.
Arquidiócesis de Ibagué
“Jesús
envió a sus doce apóstoles, diciéndoles: Por el camino, proclamen que el Reino
de los Cielos está cerca. Sanen a los enfermos, resuciten a los muertos,
purifiquen a los leprosos, expulsen a los demonios. Ustedes han recibido
gratuitamente, den también gratuitamente. No lleven encima oro ni plata, ni
monedas, ni provisiones para el camino, ni dos túnicas, ni calzado, ni bastón;
porque el que trabaja merece su sustento.
Cuando entren en una ciudad o en un
pueblo, busquen a alguna persona respetable y permanezcan en su casa hasta el
momento de partir. Al entrar en la casa, salúdenla invocando la paz sobre ella.
Si esa casa lo merece, que la paz descienda sobre ella; pero si es indigna, que
esa paz vuelva a ustedes.” °°° Mateo 10, 7-15.
El
buen misionero se distingue por su gran corazón, con las personas a las que les
transmite el Evangelio. El Hijo de
Dios coloca más el acento en las actitudes y menos en las palabras. Su
preocupación esencial son los enfermos, los pobres y nos necesitados. Quien se
decide a ser misionero, debe tomar la decisión de llevar, lo bueno, lo útil y
lo necesario.
El
corazón del misionero no se complica con el amor exagerado por las cosas de
este mundo. Un gran misionero goza de las buenas relaciones
interpersonales. Es amable, sencillo, respetuoso, servicial. Quien se distingue
como misionero, está preparado para el buen combate de la oposición, la envidia
y la persecución de los demás. Jesucristo es el perfecto modelo de profeta,
apóstol, misionero. El Maestro todo lo
hace bien.
El
Papa Benedicto XVI enseña que la caridad es el alma de la misión. la misión, si
no es alentada por el amor, queda reducida a actividad filantrópica y social.
Para los cristianos, sin embargo, tienen vigor las palabras del apóstol Pablo:
«el amor de Cristo nos apremia» (2 Corintios 5, 14).
La caridad que movió al Padre a
enviar a su Hijo al mundo, y al Hijo a entregarse por nosotros hasta la muerte
de cruz, esa misma caridad ha sido derramada por el Espíritu Santo en el
corazón de los creyentes. Cada bautizado, como sarmiento unido a la vida, puede
cooperar en la misión de Jesús, que se resume así: llevar a toda persona la buena noticia: «Dios es amor» y,
precisamente por este motivo, quiere salvar al mundo. (cfr. Ángelus, 22 de
octubre, 2006).
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