Evangelio jueves 4 de julio 2024
Padre, Jairo Yate Ramírez.
Arquidiócesis de Ibagué
Algunos escribas pensaron: “Este
hombre blasfema”. Jesús, leyendo sus pensamientos, les dijo: “¿Por qué piensan
mal? ¿Qué es más fácil decir: ¿Tus pecados te son perdonados’, o ‘Levántate y
camina’? Para que ustedes sepan que el Hijo del hombre tiene sobre la tierra el
poder de perdonar los pecados -dijo al paralítico- levántate, toma tu camilla y
vete a tu casa”. Él se levantó y se fue a su casa. Al ver esto, la multitud
quedó atemorizada y glorificaba a Dios por haber dado semejante poder a los
hombres.” Mateo 9, 1-8.
El
Salvador del mundo restaura la vida de cada persona. A través de la
Escritura, podemos leer, meditar y conocer los medios que utilizó el Maestro
para exponer la bondad y la misericordia de Dios, a través de los milagros, las
sanaciones, el perdón, la expulsión de demonios, etc. Jesucristo da a conocer sus poderes en aras
de un buen servicio para la humanidad.
Jesús
de Nazareth pone énfasis en dos poderes:
El primero, es el mayor deseo que hombres y mujeres entiendan que Él es
el Hijo de Dios, el enviado de Dios, el salvador del mundo. Él tiene el poder
sobre la tierra. Eso no lo logran entender los escribas. Jesucristo conserva
toda autoridad en el cielo y en la tierra. (Mateo 28, 18-20). Dios le confirió
el nombre sobre todo nombre. (Filipenses 2, 9).
Toda
autoridad y poder viene desde arriba. (Juan 19, 11). El Hijo de Dios
aclara: El que viene de la tierra pertenece a la tierra. El que viene del
cielo, habla de lo que sabe. (Juan 3, 30-31).
San Pablo logra una buena síntesis diciendo: “Todo ha sido creado por Él
y para Él, todas las cosas permanecen en Él” (Colosenses 1, 15-18).
El
segundo poder es el perdón. Jesucristo tiene el poder de perdonar y el perdón
se convierte en sanación, en liberación, devolverle la autoestima a la
persona, sanarla de su enfermedad, no permitir que siga atada a su propia
limitación. Perdón va en consonancia con sanación. Varios milagros del Maestro
fueron en consonancia con el perdón de dicha persona. Por ejemplo: Perdona a
una mujer de su pecado moral y la invita a no volver a caer en esa tentación.
(cfr. Juan 8, 3-11).
El Maestro le dice a un paralítico,
tus pecados están perdonados, después añadió, toma tu camilla y vete a andar.
(cfr. Mateo 9, 1-8). Con el Padre
Nuestro, Jesucristo enseña el poder del perdón y la sanación: Perdonar a
quien nos ha ofendido y pedir perdón a Dios y a las personas a las que hemos
hecho algún mal, nos lleva a sanarnos física y espiritualmente.
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