30 de julio 2024 “Francisco en Trieste. ¡Una fe encarnada y profética¡ Autor: Pbro. Rafael Castillo Torres - Director del Secretariado Nacional de Pastoral Social / Cáritas Colombiana. El pasado 7 de julio, el Papa Francisco visitó la ciudad italiana de Trieste, en el marco de la 50 Semana Social. Iniciativa que nació en el año 1907, y que, desde entonces, la Conferencia Episcopal de esta nación celebra, inspirada en el legado de un laico, el sociólogo y Economista,
el
Beato Giuseppe Toniolo. Estas semanas sociales son un foro abierto para la
participación y deliberación de amplios sectores sobre las problemáticas que
interpelan la acción pastoral de la Iglesia en su desafío por rescatar la
democracia, procurar la participación de todos en el cuerpo social y poner de
presente un compromiso colectivo, con la ética del bien común.
Tanto
su visita, como el contenido de su mensaje, dirigido al corazón de la
democracia, han abierto un foro más allá de Trieste. Los temas tratados por
el Papa Francisco hablan a la Iglesia, a los gobiernos de las naciones, a los
partidos, a los empresarios, a la sociedad civil, a los académicos y a toda la
humanidad.
Francisco, como ya nos acostumbró en su visita
a Colombia en el año 2017, volvió nuevamente a condenar las prácticas corruptas, la marginalidad, el descarte y el
despilfarro, e hizo a todos, un llamado a tener un compromiso activo en la
vida pública, por ser lo que es de todos y a tener una fe encarnada y profética.
Subrayó, igualmente, la importancia
de pasar de la mera asistencia a las urnas a una participación más auténtica,
alimentada por la creatividad y la solidaridad, para construir una sociedad más
justa y fraterna, porque de lo que se
trata es de organizar la esperanza en estas horas no fáciles. Nuestra fe,
afirmó el Papa Francisco, debe entrar en la historia y curar las heridas de la
sociedad, convirtiéndose así en fermento de esperanza y de justicia.
Su voz profética ha realizado un llamado a
restaurar el corazón de la democracia, mediante la creatividad y la solidaridad: “mientras nuestro sistema
económico y social siga produciendo una sola víctima y haya un solo descartado,
no podrá celebrarse la fraternidad universal”. Es como si nos dijera que vivir
el Evangelio, es participar conscientemente en la política. La pregunta que
viene bien formularnos, en el contexto de la realidad de Colombia es: ¿Qué
implicaciones tiene para nosotros el mensaje de Trieste?
1. Debemos tomar conciencia, en el orden de la
participación, que no pocas veces, por falta de formación y buen criterio, nos
hemos sentido impotentes y utilizados. No
se nos toma en serio y otros deciden por nosotros, quedando sin capacidad de
reacción. Se nos impide pensar, porque pensar resulta ser muy peligroso. Se
nos aparta sutilmente cuando buscamos hacer control democrático para que nos
rindan cuentas públicamente; como si no supiéramos que cuando le roban al
Estado nos roban a cada uno.
2. Estamos
llamados a enfrentar el acostumbramiento que nos ha llevado a vivir, en este
tipo de relacionamientos, determinados por el avispamiento y el aprovechamiento
de los sin escrúpulos que hacen de la democracia la promiscuidad mercantil
de la política. Son las mafias enquistadas en los juegos de poder. Aquí es
donde constatamos que el bien es sumamente frágil. Y lo es mucho más si se
trata del bien común de la nación. Pero la
tarea es vencer el mal a fuerza de bien ante el cerco tendido por las
ambiciones clientelistas. Es un sacrificio tan legítimo como agónico, dado
que las voces que pretenden el rescatar la democracia profunda y deliberativa,
como lo ha pedido el Papa Francisco, son un referente residual.
3. Debemos poner las cosas en el oren que nos
pide el Papa en su mensaje de esta Semana Social, reconociendo que, en las
campañas electorales, tanto en lo nacional como en lo regional y lo municipal, es vergonzosa la escasez de contenidos y la
multiplicación de las ofensas. A todo lo anterior se le suma el flaco
servicio a la democracia de algunos medios de comunicación. Ni informan ni
forman la opinión pública; hábilmente se distancian de la obediencia debida a
la verdad y poco les importa la utilidad social de la información.
4. Estamos llamados a reconocer que, en el
quehacer de la política, solemos valorar
mucho más la posibilidad de poder expulsar un mal gobierno, que la
perentoriedad de elegir uno bueno; nos ponemos de acuerdo sobre lo que no
queremos antes de realizar propuestas y conseguir objetivos; se determina el
mal -en el extremo hipotético de consentir desvelarlo-, pero se sospecha de
quien intenta ofrecer el bien y caminar hacia él. Ni se aspira a él, ni se
procura el ideal.
El Papa
Francisco lo ha repetido de muchas formas y en diferentes contextos: “La sensatez tiene como idea matriz unir la
ética y la política”. Lamentablemente esto es, por lo general, despreciado
por la voluntad de poder. El deber ser
de la moral no juega contra el gobernante. Abandonar la moral es ir a la ruina.
Ya hemos aprendido, por tantos dolores en nuestra historia, que no es ingenuo
guiarnos por el bien y la defensa de la vida. Recordemos las palabras del Papa
Benedicto XVI quien, refiriéndose a estos temas tocados por el Papa Francisco,
también nos dijo: “Hagan la síntesis
entre realismo político e idealismo moral”. Fuente: Conferencia Episcopal
de Colombia.